lunes, 21 de noviembre de 2016

Los nuevos muros de Adriano


Por cada muro un lamento
En jerusalén la dorada
Y mil vidas malgastadas
Por cada mandamiento.
Yo soy polvo de tu viento
Y aunque sangro de tu herida,
Y cada piedra querida
Guarda mi amor más profundo,
No hay una piedra en el mundo
Que valga lo que una vida
(Jorge Drexler, Milonga del moro judío)

La antigua visión de Thomas Hobbes sobre la naturaleza humana -el hombre es un lobo para el hombre- pareciera tener hoy una vigencia inesperada. Homo hominis lupus, es la frase más clara para describir la actitud de los políticos de occidente en relación a la migración[1].
La desconfianza en relación a los “otros” vuelve a tomar palco en las relaciones internacionales en estos primeros tres lustros del siglo XXI y el tema de la Seguridad -nacional e internacional- copa la agenda pública. Este escenario de “inseguridad” se va a configurar en los hilos del inicio del siglo XXI, y el hito más destacable es la caída de las Torres Gemelas.  Desde ahí el orden social tomará un giro y la guerra como instrumento político recobrará todo su potencial en un contexto global.
En el mundo antiguo, por lo general las principales ciudades estaban amuralladas.  Esto debido al estado de guerra permanente o a lo menos intermitente. Famoso es el caso de la ciudad de Jericó y la historia bíblica de Josué y el pueblo judío[2].  Por otra parte, las fronteras eran custodiadas por empalizadas y pircas para controlar el avance de los grupos que estaban extramuro y por lo tanto lejos del poder hegemónico intramuro.
La muralla como simbolismo[3] es muy poderoso, pues traza un corte en el suelo natural articulando el espacio como territorio humano, marcando un adentro y un afuera, un control de los que entran y los que salen.  Los sistemas de seguridad protegen a los nativos de los otros, los extranjeros.
La época antigua y el medievo fueron prolíficas en darnos construcciones defensivas, lo que nos muestra materialmente los momentos de inseguridad por los que se pasaron.  La gran muralla China, los muros de Jerusalén y las defensas romanas de Adriano y Antonino son ejemplos de este tipo de fortificaciones, en tanto se constituyen como sistemas de control, defensa y limite.
Más allá del muro están los otros, los distintos. Para los griegos y romanos, los otros eran los barbaros (en el caso de los primeros, esos “otros” venían de oriente y principalmente eran identificados en el Imperio persa.  Para los segundos, los barbaros venían de varias partes, pero principalmente del norte, o sea los Galos, Germanos, los Anglos, etc.).  Para los reinos cristianos medievales, el otro era el infiel (dentro de su sociedad ese rol lo representaban los campesinos paganos que vivían lejos de las ciudades y villorrios; hacia afuera era el mundo árabe que era visto como un moro).  Los reyes católicos de España se tomaron muy enserio el tema y para unir los diversos reinos españoles decidieron expulsar los árabes de la península ibérica.  Metafóricamente se les impone un muro oceánico para lograr distancia y control.
En el famoso año de 1492 habían logrado su meta, incluyendo el sometimiento de los judíos, y esa unidad les permite embarcarse en la aventura del “Descubrimiento de América”, como se podrá observar todo en el marco de una política territorialmente expansiva.  Al llegar a tierras de la Indias occidentales y experimentar el contacto con el indígena, la operación de control y sometimiento se repite.  Las nuevas ciudades son fortificaciones que van repitiéndose en la medida que la conquista americana se expande hacia el norte y el sur[4].
El mundo moderno, apoyado por el Racionalismo y la Ilustración prometería la abolición de estas prácticas, pues la razón sería la mejor herramienta para la regulación social.  Los nuevos aires hablan de derechos, donde los hombres son parte de una gran fraternidad universal[5].
Las ciudades “modernas” se libraron de fortificaciones embarazosas y se privilegió el libre tránsito y el desarrollo del comercio y la banca.  Sin embargo, esto ni ocurrió simultáneamente ni globalmente[6]. Mientras tanto en las zonas fronterizas, no civilizadas, otro gallo cantaría.  La campaña del desierto en la Pampa argentina o las operaciones del General Custer en Estados Unidos demuestran que lejos de la sociedad burguesa urbana la violencia de la separación seguía igual de vigente en un cercano siglo XIX.
De cierta forma, los viejos muros defensivos fueron reemplazados[7] por técnicas ofensivas que fueron racionalizadas en el siglo XIX y XX por la tecnología bélica donde el principio de la mejor defensa es el ataque[8] primaría hasta la crisis de los misiles en octubre de 1962[9].
El principio de Carl Von  Clausewitz -La guerra es la continuación de la política por otros medios- y que fuera profundizado por Michel Foucault en uno de sus cursos del College de France (1976) se aplica bastante bien al tema.  Aquí invierte dicho principio y nos entrega ese filoso análisis: “Frente a la primera hipótesis -que es: el mecanismo del poder es fundamentalmente y esencialmente la represión-, tendríamos una segunda hipótesis, que sería el poder es la guerra, es la guerra proseguida por otros medios.  Y en ese momento invertiríamos la proposición de Clausewitz y diríamos que la política es la continuación de la guerra por otros medios”[10][11].  Agregaríamos que el paso de la Guerra a la política y viceversa es muy pequeño.
La mal llamada Guerra Fría desarrolló un imaginario social bélico de la “Guerra sin conflicto”, habría que precisar sin conflicto directo entre Estados Unidos y la Unión Soviética, pues las agresiones se administraban en forma indirecta en una guerra de posiciones estratégicas (La Guerra de Corea y Vietnam, los golpes militares latinoamericanos, etc. por parte de Estados Unidos.  La construcción del muro de Berlín, la Guerra en Afganistán y el aplastamiento de movimientos civiles como en Checoslovaquia por el lado de la U.R.S.S.).  Nuevamente la táctica de llevar la guerra a las fronteras del mundo civilizado.
Para el momento de la caída del muro de Berlín de 1989 y el golpe de estado en la URSS de 1991, se inauguraba una nueva etapa de Paz (declarada demasiado prematuramente por lo demás) que en autores como Francis Fukuyama significarían declarar el fin de la historia.  Sin embargo, en ese mismo periodo se desarrollaba la Guerra del Golfo (1990 – 1991), la Guerra de los Balcanes (1991 – 1999), la Guerra del Congo (1996 – 1997 y 1998 -2003), etc. 
En la actualidad -y cuando el proyecto moderno aún sobrevive, pero lleno de incongruencias, fisuras y profundas contradicciones- vuelven a aparecer nuevos muros que separan a los seres humanos.  Tras la celebrada caída del Muro de Berlín se olvidaba que este muro entre naciones y al interior de naciones seguía vigente en diversos lugares.  El mismo Estados Unidos gran difusor de este suceso europeo posee una parte amurallada de la frontera con México. Hoy el más controvertido es el muro levantado por el estado israelí en la frontera con Cisjordania.  Esta barrera, que tiene cerca de un 10 % de muro de hormigón, plantea un nuevo Apartheid dificultando el establecimiento de un Estado Palestino soberano. Sin embargo, la crisis humanitaria en medio oriente y en especial la Guerra en Siria ha planteado nuevos proyectos de muros para contener la migración hacia Europa.  Las últimas novedades[12] son el muro que Inglaterra construye en Calais (Francia) para evitar que los inmigrantes lleguen a las islas británicas y aparecen los proyectos de a lo menos cinco más.  El sistema internacional hace agua y las escasas respuestas vienen de levantar nuevos muros.  El triunfo de la razón se ha convertido en jaqueca. La lógica de la Pax Romana -estabilidad a partir de fuertes sistemas de seguridad- se imponen a nivel global.

Post scriptum
Las elecciones en Estados Unidos siguen aún dando que hablar, pero lo que más dudas plantea a todo lo ya previamente dicho son las amenazas del ayer candidato y hoy presidente electo Donald Trump.  Durante la campaña presidencial aseguro que construiría un (nuevo) muro en la frontera con México y para peor obligaría a los mexicanos a pagarlo.  El cómo se realizaría ese pago no esta tan claro, pero en la lista de promesa a sus electos esta la expulsión de 3 millones de inmigrantes ilegales.  Este capítulo de la historia aún está por escribirse.



[1] La frase original es de Plauto, en el siglo III a.C. : “Lupus est homo homini, non homo, quom qualis sit non novit” y se vuelve central en el análisis que hace el filósofo inglés Thomas Hobbes sobre la naturaleza humana y la fortificación de un Estado central poderoso.
[2] “Y sucederá que cuando toquen un sonido prolongado con el cuerno de carnero, y ustedes oigan el sonido de la trompeta, todo el pueblo gritará a gran voz, y la muralla de la ciudad se vendrá abajo. Entonces el pueblo subirá, cada hombre derecho hacia adelante”.  Josué 6:5
[3] Según la leyenda de la fundación de Roma (año 754 a. C.), para delimitar la nueva ciudad, Rómulo trazó un recuadro con un arado en lo alto del monte Palatino y juró que mataría a quien osase traspasarlo. Remo le desobedeció y cruzó con desprecio la línea, por lo que su hermano le mató y quedó como el único y primer Rey de Roma.
[4] Un ejemplo de esto es la ciudad de Cartagena de Indias -Colombia- que fue fundada en 1533, siendo un importante puerto se convirtió en la ciudad mejor defendida de las américas producto de su privilegiada ubicación en el Atlántico.  En contraste, durante el año 1598 (un siglo después del primer viaje de Cristóbal Colón) los españoles resisten un largo asedio mapuche tras los muros de troncos de la Villa-Rica y que finalmente significaría su aniquilación total.  Villarrica se refundaría solo en 1883 y esta vez en el marco de la República de Chile y la mal llamada “Pacificación de la Araucanía”.
[5] Del preámbulo de los Derechos del Hombre y el ciudadano de 1793: “Los Representantes del Pueblo Francés, constituidos en Asamblea Nacional, considerando que la ignorancia, el olvido o el menosprecio de los derechos del Hombre son las únicas causas de las calamidades públicas y de la corrupción de los Gobiernos, han resuelto exponer, en una Declaración solemne, los derechos naturales, inalienables y sagrados del Hombre, para que esta declaración, constantemente presente para todos los Miembros del cuerpo social, les recuerde sin cesar sus derechos y sus deberes”
[6] La violencia descarnada ya se vivencia a inicios del siglo XIX en las Guerras napoleónicas y en las guerras independentistas americanas.
[7] No es tan fácil dar por finalizado los muros.  Nuevos ejemplos de la Primera y la Segunda Guerra mundial nos hace pensar que la línea amurallada ha tenido mucha vitalidad.  La muralla del atlántico es un buen ejemplo donde los nazis construyeron cerca de 15000 bunkers para la resistencia de un posible asalto aliado.
[8] El prusiano Carl Von Clausewitz escribió: “Muchas almas filantrópicas imaginan una manera artística de desarmar o derrotar al adversario sin excesivo derramamiento de sangre, y ello es lo que se propondría lograr el arte de la guerra.  Esta es una concepción falsa que debe ser rechazada, pese a todo lo agradable que pueda parecer. En asuntos tan peligrosos como la guerra, las ideas falsas inspiradas en el sentimentalismo son precisamente las peores.  Como el uso máximo de la fuerza no excluye en modo alguno la cooperación de la inteligencia, el que usa la fuerza con crueldad, por grande que sea, obtiene ventaja sobre el adversario, siempre que este n la mejor defensa es el ataque o haga lo mismo”.
[9] Coincidentemente, es contemporáneo la construcción del Muro de Berlín en 1961.
[10] Foucault, Michel.  Defender la Sociedad.
[11] Hay que ser sinceros, Foucault sólo actualiza un análisis que los marxistas ya había hecho varias décadas antes -incluyendo a Marx, Engels y Lenin- sobre el rol instrumental del Estado.  En estos últimos el Estado es un instrumento de la clase dominante para subyugar a la clase proletaria.  Incluso el ampliar este concepto de poder al plano internacional ya había sido considerado también y por ello la importancia de la lucha internacional de los obreros.

[12] Septiembre de 2016.

sábado, 16 de abril de 2016

Identidades Latinoamericanas. Entre el Colonialismo y el mestizaje.



“Si sueñas con Nueva York y con Europa,
te quejas de nuestra gente y de su ropa,
vives amando el cine arte del Normandie,
Si eres artista y los indios no te entienden,
si tu vanguardia aquí no se vende,
si quieres ser occidental de segunda mano,
Por qué no te vas.”

Quizás una de las principales preocupaciones del Hombre contemporáneo sea sobre si mismo.  Vivimos –por lo menos en occidente- en sociedades donde el individualismo extremo desperfila al sujeto del sentido colectivo y lo deja desvinculado de los otros, sus pares. En dichas condiciones parece un poco gratuito hablar de Identidades latinoamericanas considerando tan amplio territorio, diversidad de paisajes y multitudes de pueblos e historias.
Hablar de identidad implicará mirarse en el espejo del ser.  Así que,  ¿quiénes somos los latinoamericanos? ¿Es posible hablar de una identidad latinoamericana o por el contrario vivimos en una selva identitaria que apunta a la hibridación?
Quizás en primer término haya clarificar que el concepto latinoamericano no es originario de estas tierras.  Vendría desde la Francia del siglo XIX como una forma de agrupar aquellos países de origen “latino” versus una américa de origen anglosajón.  Estas etiquetas tendrían un peso eurocéntrico pues las poblaciones indígenas locales jamás podrían reconocerse como “latinos” (en relación a esta Europa romana o latina).  Si revisamos el proyecto integracionista de Simón Bolivar, el nombre utilizado seria Colombia derivado de Cristóbal Colón, la Gran Colombia sería esa unidad entre los distintos pueblos.
La historia de Latinoamérica tiene dos pasados: uno en común y otro no.  El primero nos dice que fuimos todos “descubiertos” por el Imperio español, el cual por la vía de las armas logra rápidamente el control de la mayoría del territorio con un genocidio de por medio.  Donde hubo otras sociedades anteriores están fueron sometidas, con mayor o menor éxito.  Conocido es el caso de la sociedad mapuche a ambos lados de la Cordillera de los Andes en la parte austral de Latinoamérica, la cual nunca pudo ser reducida por los españoles y sólo se pudo acordar una frontera.
El otro pasado no es común, es la diversidad étnica presente antes de las Empresas de Conquista.  Distintas sociedades en distintos momentos de su avance. De esas sociedades destacan tres por su desarrollo civilizatorio.  Los aztecas, los mayas y los incas.  En estos tres casos, estas sociedades dominan un amplio territorio que incluye el sometimiento a su autoridad de otros pueblos más pequeños; han desarrollo un Estado en un contexto tradicional y se han desarrollado la poesía, las artes, la filosofía, la religión, pero especialmente la estrategia bélica;  las cuales no sirvieron de mucho a la defenderse de la tecnología guerrera del Imperio español.
Del resto de las otras comunidades indígenas, de las sociedades precolombinas, sabemos muy pocos (por ej: de los guaraníes, charrúas, mapuche y patagones).  Origen complejo, difuso, perdido en el tiempo. En el territorio que llamamos Chile vivían variados grupo precolombinos, que fueron reducidos bajo la etiqueta de indio a un sólo gran grupo de “otros”, excluidos en los tiempos de la republica.
Por lo mismo, se vuelve difícil hablar sobre una identidad latinoamericana.  Lo que nos une es un discurso común –nacido producto de la emancipación de España-, es el Sueño Bolivariano, es esa promesa no cumplida  del “Todos Juntos” de Los Jaivas, son los versos de Neruda en “Canto general” (“América no invoco tu nombre en vano”), pero que visto desde Chile -ese vecino tercamente neoliberal- se vuelve cada vez más débil.
Que nos une como Latinoamericano, claramente una historia, un pasado con signos parecidos, eso si cada país con especificidades únicas.  Que nos separa, una serie de conflictos limítrofes que la mayor de las veces se han resuelto torpemente por las armas.  Somos países de una gran riqueza en cuanto a recursos y a la cultura, sin embargo se nos ha enseñado durante más de un siglo sobre el Progreso y por lo mismo descubrimos que éramos pobres, subdesarrollados y tercermundistas.  Somos un Adán descubriendo que está desnudo.  A propósito de esta “imagen” europea de las sociedad latinoamericanas, extraviadas entre lo exótico y en lo barbárico, hay que comentar que parte de esta distancia cultural entre ellos y nosotros, entre los occidentales y los occidentales de segunda mano, se debe a un imaginario fantasioso de “América”.
“Desde la Antigüedad se habían forjado en el Viejo Mundo múltiples representaciones del primitivo. Una era la del « bárbaro », que le habían legado los griegos; otra la paradisíaca, del hombre en estado de naturaleza, salida a la vez de la Biblia y de las concepciones clásicas convencidas de que la historia comenzaba en la « Edad de Oro »”.[1] 

En ésta alteridad desigual, entre el “civilizado” y el “bárbaro” es que la connotación de la América latina se liga a nuestro territorio como el ejemplo de lo que alguna vez fue Europa, o sea las etapas más primitivas de la evolución social.  Ese espíritu colonialista decimonónico desarrollará su teoría del darwinismo social teniéndonos a nosotros como ejemplo. 
Los simbolismos abundan en Latinoamérica.  Tenemos un cristianismo particularmente vital en el pueblo que con mucha astucia ha desarrollado una Fe en sincretismo con creencias más antiguas.  La piel morena es el color común del pueblo y la blanca de las elites. ¿Es posible seguir preguntándonos que tenemos de común? La desigualdad social está a la orden del día, si bien a algunos países les ha ido bien en el desarrollo de tipo capitalista, las huellas de la inequidad son visibles por doquier.
Nota aparte es la del idioma.  Latinoamérica está  integrada por 20 países, cuya comunicación fluye a través el español y el portugués (cerca de 2 tercios del total la población el primero y cerca de un 1 tercio es segundo).  Está en discusión si las posesiones francesas pertenecerían a este grupo de Estados que representaría a un porcentaje menor (cerca de 1 % del total de habitantes).  Igualmente es importante destacar que aún hoy persiste la existencia de dialectos de los pueblos indígenas: Quechua, Guaraní, Aymara, Náhuatl, lenguas mayas, Mapudungún.  La cuestión del idioma hace muy fácil moverse entre países, pues si bien existen localismos muy variados, el uso general permite la comprensión sencilla.
Los casi tres siglos de colonialismo -de España y Portugal- dejaron importantes huellas culturales.  Ya sea la religión, los sistemas políticos nuevos (es importante recordar que Brasil luego de su independencia se volvió un Imperio durante el resto del siglo XIX), los sistemas educaciones o las formas de sociabilidad, no somos tan distintos para decir que no tenemos un hilo conductor.  El pasado nos une, pero el futuro nos une aún más.




[1] Miguel Rojas Mix. América imaginaria, Editorial Lumen.  Barcelona, 1991.

miércoles, 13 de abril de 2016

Internet y comunicación. Realidad y virtualidad en las Redes Sociales.


“La imagen que tengo es de un conjunto de puntos algunos de los cuales están unidos por líneas. Los puntos de la imagen son personas o a veces grupos, y las líneas indican que individuos interactúan mutuamente. Podemos pensar claro está, que el conjunto de la vida  social genera una red de este tipo” (John A. Barnes)

Un escritor húngaro, Frigyes Karinthy en 1929 publico un cuento cuyo nombre es Cadenas.  La visión de este escritor es extraordinaria considerando que lo que él vislumbro es muy parecido (algunos dirán casi profético) a lo que hoy llamamos Globalización e Internet.
El cuento explica que es posible contactar a cualquier persona del mundo a partir de seis eslabones y comunicarse con él.  O sea, en los tiempos modernos, el mundo ha empequeñecido, lo que acelera y potencia las comunicaciones.  Veamos un extracto:
Déjenme ponerlo de esta forma - el planeta tierra nunca ha sido tan pequeño como en la actualidad, el acelerado desarrollo de las comunicaciones lo ha reducido - por supuesto hablando en términos relativos. El tema había estado presente con anterioridad en nuestras conversaciones, pero nunca con tanto detalle como en esta oportunidad.
Hablamos de lo rápido que cualquiera en la tierra, puede saber en pocos minutos lo que yo o cualquier persona piensa, lo que hace, lo que quiere o lo que le gustaría hacer. Si hace años alguien me hubiera dicho que esto sería una realidad, habría pensado que solo sería posible con magia.
Hoy vivimos en una tierra de fantasía, pero me decepciona un poco que esta tierra sea más pequeña de lo que pudiera ser el mundo real.
Chesterton quien retrato el mundo como un pequeño e íntimo universo, siempre estuvo negado a considerar al cosmos como algo realmente grande. Creo que esta idea es muy particular a la luz de los acontecimientos que vivimos en esta nueva era de las comunicaciones. While Chesterton quien renegó de la evolución y la tecnología, tuvo finalmente que verse en la obligación de admitir que el país de fantasía que soñaba podría llegar a través de la revolución científica a la que tan vehementemente se opuso.
Para la sorpresa de un adulto del siglo XXI, ya en 1929 había personas que veían los efectos de la tecnología, especialmente las tecnologías de la comunicación, como las causantes de una revolución de proporciones gigantescas.  Y esto en tiempos donde aún faltaban casi décadas para los primeros experimentos computacionales.
En esa misma década, la Radio comenzaba a mostrar sus primeros efectos y por cierto generando las primeras polémicas sobre la influencia “perniciosa” que podría tener en la juventud.  Revisemos rápidamente los orígenes de la Radio.  Los primeros experimentos exitosos fueron de Nikola Tesla (1856 -1943) dado origen a la transmisión radiofónica. Sin embargo, sería  Guglielmo Marconi (1874 – 1937), quien utilizando varias de las patentes de Tesla, fue reconocido en Europa como el inventor de la Radio en 1897. Su uso experimental siguió durante la primera década del siglo XX y la primera emisora de carácter regular e informativa es la estación 8MK, en la actualidad WWJ de Detroit, Michigan (Estados Unidos), que comenzó sus transmisiones el 20 de agosto de 1920.
A poco andar, ya se notaba el poder asociado a este medio de comunicación.  Para ello recordaremos dos hitos radiales.  En 1921, la transmisión radial de una pelea por el campeonato mundial de pesos pesados fue la primera vez que la audiencia radiofónica de un espectáculo en directo supera el número de personas que lo presenciaban en vivo[1].  O sea, comenzaba a imponerse la “comunidad virtual” sobre la “comunidad real”. El segundo hecho destacable ocurrió en 1938 cuando un joven Orson Welles (1915 – 1985) adaptó la novela La Guerra de los Mundos a un guion de radio. El formato de presentación fue un noticiero que se veía interrumpido por una noticia de última hora, la caída de meteoros que más tarde resultan ser naves extraterrestre.  A pesar de que en dos momentos de la transmisión se explicaba que era sólo una representación, la alarma general comenzó a correr rapidez lo que desembocó en un caso de histeria colectiva porque las personas aseguran estar siendo invadidos por marcianos (En 1949 se presentó la obra en Radio Quito en Ecuador y se volvió a repetir la histeria colectiva). Con ello, la era de los Mass Media quedaba inaugurada.
Prontamente, comenzaron los estudios sobre la comunicación intentando reordenar el asunto.  Principalmente se trataba de comprender como el mensaje de los medios de comunicación era recepcionados por las audiencias y que efectos tenían sobre las masas.  Por ejemplo, desde la Escuela de Chicago, y la corriente interaccionista, se estudia la Radio y el Cine.  Es el caso del sociólogo Herbert Blumer y sus libros Movies and Conduct (1933), Movies, Delinquency, y Crime (1933).  Destaca también la figura de Marshal Mcluhan quien a propósito de estos cambios plantea el concepto de Aldea Global, o sea un planeta empeñecido producto de la difusión de la comunicación, especialmente vía satélite, que interconecta los puntos más remotos de la Tierra. 
“Es cierto que los descubrimientos electromagnéticos han hecho resucitar el "campo" simultáneo en todos los asuntos humanos, de modo que la familia humana vive hoy en las condiciones de "aldea global". Vivimos en un constreñido espacio único, en el que resuenan los tambores de la tribu. Por ello, la preocupación actual por lo "primitivo" es tan trivial como la preocupación del siglo XIX por el progreso, y tan ajena a nuestros problemas.  La nueva interdependencia electrónica vuelve a crear el mundo a imagen de una aldea global”.[2]

Con el correr de las décadas el concepto “Red Social” comienza a tener relevancia teoría.  John A. Barnes fue uno de los primeros en incorporar una perspectiva de redes al análisis de las relaciones interpersonales (1954).  En 1967, el psicólogo Stanley Milgram puso en práctica, o sea en condiciones experimentales lo relato por el cuento de Frigyes Karinthy. Milgram realizó una selección al azar de varias personas del medio oeste norteamericano para que enviaran una postal a un desconocido en Massachusetts. Sorprendentemente la entrega del paquete sólo llevó, como promedio, entre cinco y siete intermediarios.  La teoría de los Seis grados de separación tomaba fuerza.
El concepto de red (social), tiene sus orígenes en la disciplina de la Antropología y su desarrollo ha derivado hacia los grandes temas sociales ligado al análisis organizacional y a la comunicación que fluye entre sus nodos. 
Hoy en día hablar de internet es hablar de Facebook, Instagram, Twitter y otras redes sociales.  Dicho concepto -tan de moda- casi  acapara lo que entendemos por Internet.  Como ya lo hemos visto, no siempre fue así.  La capacidad de establecer estas “redes”, o sea vínculos o lazos virtuales, tienen sus antecesores en la Radio, en el telégrafo, el correo y de cierta forma en los periódicos y los libros[3].
El internet nace en forma experimental a fines de los años 60 del siglo pasado con un enfoque gubernamental en el área de defensa.  Los principios fundamentales de los proyectos estadounidenses eran principalmente crear una red de comunicación “segura” y con capacidad de respuesta rápida, esto en el marco de la Guerra fría y posterior a la Crisis de los misiles.
En el caso chileno, que se une tempranamente a este tipo de experimentos en 1972, busca solucionar los problemas de coordinación de las distintas empresas estatales –en el marco del Gobierno de la Unidad Popular- para la toma de decisiones estratégicas. El proyecto se conoció como Cibersyn consistía en una serie de Telefax comunicados entre sí, enviando y recibiendo información coordinada por una oficina central.
Inclusive la primera versión de Facebook es bastante más humilde que lo que es hoy.  Remitida exclusivamente a los estudiantes de la Universidad de Harvard y con ya clásica opción de “Like” para fotos.  Crecería rápidamente y al año siguiente se desarrollaría en una veintena de otras universidades.  Las “Redes sociales” actuales (el concepto hoy se restringe a las que están en internet) nacen en este siglo (Linkedin y HI5 en 2003, Facebook en el 2004, Youtube en 2005,  Twitter en el 2006, etc.)
Estas comunidades interactúan en tiempo real (con segundos de diferencia) y además funciona sin la copresencialidad física, o sea son comunidades virtuales.  Tienen vida en internet, a partir de “perfiles” que los usuarios construyen y no seriamente con ajuste a la persona real o física.  Conocido son los casos de perfiles “falsos” que se construyen especialmente para engañar o timar.
Bauman se niega a reconocer a estas interacciones como comunicación, serían meros contactos donde muchas veces lo único que comunica es un “Me gusta”.  Vislumbra que nunca en la historia hubo tanta comunicación, y nunca fue tan vacía, tan falta de dialogo.  Es como si al final solo buscáramos escucharnos a nosotros mismos.
Hoy vivimos simultáneamente en dos mundos paralelos y diferentes. Uno, creado por la tecnología online, nos permite transcurrir horas frente a una pantalla. Por otro lado tenemos una vida normal. La otra mitad del día consciente la pasamos en el mundo que, en oposición al mundo online, llamo offline. Según las últimas investigaciones estadísticas, en promedio, cada uno de nosotros pasa siete horas y media delante de la pantalla. Y, paradojalmente, el peligro que yace allí es la propensión de la mayor parte de los internautas a hacer del mundo online una zona ausente de conflictos. Cuando uno camina por la calle en Buenos Aires, en Río de Janeiro, en Venecia o en Roma, no se puede evitar encontrarse con la diversidad de las personas. Uno debe negociar la cohabitación con esa gente de distinto color de piel, de diferentes religiones, diferentes idiomas. No se puede evitar. Pero sí se puede esquivar en Internet. Ahí hay una solución mágica a nuestros problemas. Uno oprime el botón “borrar” y las sensaciones desagradables desaparecen.[4]
El fenómeno de las redes sociales –las comunidades online versus las comunidades offline- pone de manifiesto los cambios que se vienen produciendo en los medios de comunicación de masas.  Antecede con creces la experiencia de internet, sin embargo esta lleva a dicha experiencia a un nuevo plano, realidad virtual interconectada en tiempo real. 
“Internet es el tejido de nuestras vidas en este momento. No es futuro. Es presente. Internet es un medio para todo, que interactúa con el conjunto de la sociedad y, de hecho, a pesar de ser tan reciente, en su forma societal (…) no hace falta explicarlo, porque ya sabemos qué es Internet. Simplemente les recuerdo, para la coherencia de la exposición, que se trata de una red de redes de ordenadores capaces de comunicarse entre ellos. No es otra cosa. Sin embargo, esa tecnología es mucho más que una tecnología. Es un medio de comunicación, de interacción y de organización social”.[5]
En síntesis, las formas de comunicación se transforman; sin la copresencialidad del emisor y el receptor; el dialogo pierde vitalidad y profundidad; la argumentación y la reflexión que llevan tiempo se vuelven superfluos ante un clic como respuesta; la velocidad nos lleva a grados nuevos de incomprensión.  Las redes sociales navegan a la deriva en una lógica de la sociedad del entretenimiento, el gastar el “tiempo” muerto, ocupar nuestro ocio.  Si pensamos que ellas por ser entretenimiento puro, sufren de caducidad, varias de estas redes sociales van  desapareciendo con el paso del tiempo, una de ellas-y que en Chile fuera grito y plata- era fotolog.com[6] fundada en el 2002 y desaparecida el 2015. ¿Debemos ser pesimistas antes estoy cambios tecnológicos? No necesariamente, ya nos hemos visto interpelados por otros medios masivos antes de internet, y aún el fenómenos en su versión masiva (La World Wide Web) es relativamente nuevo. Lo mejor está aún por suceder.





[1] Noventa mil espectadores presenciaron la pelea de box entre el campeón Jack Demsey y el aspirante George Carpentier.  Al menos trescientas mil personas escucharon la pelea por radio. (Tom Chatfield, Como prosperar en la Era digital. 2012)
[2] Marshall Mcluhan. La galaxia gutemberg.
[3] Es esencial para generar una red la interacción social no presencial de los sujetos interconectados. Si con la internet no se depende de la inmediatez personal de los individuos “conectados”, en tiempos anteriores esa audiencia podía interactuar por ejemplo con el envío de cartas al Director en un periódico, o con los llamados telefónicos en los programas de Radio o Televisión.  En el caso de los libros lectores más entusiastas enviaban carta a los escritores.  Famoso es el caso del libro de Simone de Beauvoir con las miles de cartas (en pro y en contra del libro).
[4] Entrevista a Zygmunt Bauman en el diario el Clarín del 06-07-2014
[5] Manuel Castells.  Clase inaugural del programa de doctorado sobre la sociedad de la información y el conocimiento (UOC).
[6] Fotolog era una bitácora lógica de fotografías y con un libro de visitas abierto para dejar mensajes.  Fue un éxito en Chile.