jueves, 19 de marzo de 2015

Ciudadanía, seguridad y estado policial

            El sociólogo Loic Wacquant nos presenta una interesante reflexión sobre los modelos penitenciarios a partir de una revisión del Programa policial "Tolerancia cero" de Nueva York.  En su libro "Cárceles de la miseria" nos presenta el paso de un Estado Providencia a un Estado Penitencia, o sea la disminución de intervención del estado en el área social y económica para un aumento en el área de seguridad (policial y penal).  Es el notable abandono del modelo de Estado de bienestar para la llegada del Estado policial.
            "A la manera de un buen padre de familia que actuó durante demasiado tiempo con ternura y tolerancia, en lo sucesivo el Estado providencia europeo debería adelgazar y luego obrar con severidad con sus fieles disipados y elevar "la seguridad", definida estrechamente en términos físicos y no de riesgos de vida (salarial, social, médico, educativo, etcétera), al rango de prioridad de la acción pública".


            El caso chileno no es distinto, con la finalización de la dictadura militar han existido múltiples intentos por evitar el afianzamiento de una democracia participativa y el mantenimiento de una democracia protegida.  Tal como lo indica la constitución de 1980, las Fuerzas Armas y de Orden tienen el rol de ser garantes de la institucionalidad nacional.
            Seria Joaquín Lavín el encargado de instituir una versión chilena del "Tolerancia cero" como alcalde de la comuna de Santiago. Y su partido, la UDI, la de politizar el tema de la de la seguridad (ciudadana). Desde allí, la delincuencia se ha convertido en uno de los principales temas del debate público nacional, esto en menoscabo de otro tipo de seguridades como la laboral, sanitarias, medioambientales, etc.
            Es que el concepto de "Seguridad" ha evolucionado desde que apareciera durante la Revolución Francesa como "Orden Público" en el artículo 9 de la Declaración de los derechos del Hombre y el ciudadano.  "Nadie puede ser inquietado por sus opiniones, incluso las religiosas, siempre y cuando su manifestación no altere el orden público establecido por la ley".
            En ese sentido, el Orden Publico es la limitante de la libertad individual para el mantenimiento de la vida en sociedad, es el sometimiento al Contrato Social de J.J. Rousseau para la construcción del modelo de sociedad republicana.
            El concepto de Orden público, fuertemente relacionado con las respectivas Fuerzas de Orden (Policías), ha entrado en las ultimas décadas en desuso y ha sido reemplazado por el de Seguridad ciudadana con una fuerte impronta hacia los delitos a la propiedad y con su contrapartida del reforzamiento tanto de las policías como los sistemas de Seguridad privada. 
            Estas imposiciones en las agendas nacionales no han tenido grandes contrapartidas desde la ciudadanía, la cual con breves interrupciones ha permanecido ajena a estas discusiones y transformaciones. Básicamente en los primeros veinte años del regreso a la democracia los ciudadanos no se vieron impelidos en su mayoría a contraponer sus ideas en contra del sistema político, quien actuó con gran autonomía para aplicar la lógica de la Seguridad ciudadana.  De hecho las pocas expresiones desde la sociedad civil son la creación de fundaciones como Paz ciudadana cercana al mundo empresarial y político.  Esta nace a poco andar de la vuelta a la democracia y su primer presidente fue Agustín Edwards E. -dueño del Diario El Mercurio- quien en el acto inaugural dijo: "Resulta fácil culpar a otros del aumento de la delincuencia, pero si no estamos nosotros mismos dedicados a la tarea de combatirla, no podremos avanzar en la imperiosa labor de eliminarla de nuestra sociedad".
            En los ciudadanos comunes y corrientes pasa muy poco.  Autores como Jeremy Rifkin, en La era del acceso, nos plantea la llegada de los Sujetos proteicos. "La era del acceso también llega con un nuevo tipo de ser humano. Los jóvenes de la nueva generación «proteica» se encuentran muy cómodos dirigiendo negocios y desarrollando su actividad social en los mundos del comercio electrónico y el ciberespacio, y se adaptan con facilidad a los múltiples mundos simulados que configuran la economía cultural. El suyo es un mundo más teatral que ideológico y más orientado por un ethos del juego que por un ethos del trabajo".
            Es lo que también presenta Néstor García Canclini en su libro "Ciudadanos y consumidores" de 1995. En su primer capítulo nos muestra los cambios sufridos por las sociedades occidentales en tanto surge una segunda modernidad o definitivamente una posmodernidad, y como su titulo lo indica un abandono de su rol de Ciudadano para asumir un nuevo rol como consumidor.
            "Hombres y mujeres perciben que muchas de las preguntas propias de los ciudadanos -a dónde pertenezco y qué derechos me dan, cómo puedo informarme, quién representa mis intereses- se contestan más en el consumo privado de bienes y de los medios masivos que en las reglas abstractas de la democracia o en la participación colectiva en espacios públicos".
            Esta imagen de la sociedad pareciera estar cambian en tanto el sentido de autoridad del mundo político y las instituciones en general se continua debilidad con escándalos diversos.  Aún tímidamente, comienza a emerger un sentimiento de indignación que conllevan los primeros pasos hacia tentativas de movilización social.  Lo que ocurra de ello todavía está por verse.

Página Web Pazciudadana
Conferencia de Loic Wacquant en Chile
Néstor García Canclini, Consumidores y ciudadanos

viernes, 13 de marzo de 2015

Consummatum est


Esta frase latina llega a nuestra época -siglo XXI- como un rayo estruendoso.  La Biblia indica que en su último suspiro Jesús, el Cristo, habría dicho "Consummatum est", o sea todo acabó según la versión de la Vulgata Latina en el evangelio según San Juan.  El sentido que se le dio con el correr de los siglos sirve para expresar un gran dolor o simplemente un desastre.
Bien podría servir para expresar lo que vemos a nuestro alrededor, en las noticias de los diversos medios de comunicación. Podría ser una voz -divina y humana- que clame por el fin de todos estos conflictos bélicos, pandemias, hambrunas, etc.  Seguramente nuestra base cultural judeo-cristiana vea en estos "desastres naturales y humanos" un castigo proveniente desde los cielos.
Sin embargo, no invocamos en ese sentido la frase bíblica, no apostamos por aumentar visiones catastróficas ni apocalípticas.  Conservamos esperanzas para el devenir humano.  Más bien nos conectamos con el hecho que "consummatum" es el pretérito perfecto del verbo "Consummo" (consumar, acabar).  Palabra desde donde nos llega el concepto Consumo, o sea la acción de consumir o gastar un producto, bien o servicio.
Es interesante la imagen que produce la palabra, consumir es gastar o terminar con algo.  Esto queda muy claro al comprar un helado, pues a los minutos este fue "terminado" de comer.  Esto que nos puede parecer muy simple y quizás hasta obvio, no lo es tanto pues la acción de consumir arrastra ese sentido que tanto nos incomodo en las sociedades modernas, el derroche y la superfluidad.  O sea, el consumo  siempre corre el riesgo de volverse consumismo o hiperconsumismo. Atávicamente la palabra conlleva contenido un amplio sentido de culpa.
Para una comprensión básica con respecto al fenómeno estudio, diremos que Consumo es según la RAE la "Acción y efecto de consumir comestibles y otros géneros de vida efímera, Acción y efecto de consumir energía)" y agrega más cercanamente al sentido sociológico "Dicho de la sociedad o de la civilización: Que está basada en un sistema tendente a estimular la producción y uso de bienes no estrictamente necesarios".
En relación a lo anterior aparecen los "Consumidores" quienes son los actores sociales que realizan en el acto de consumir.  Todo esto no ocurre en la nada y la economía clásica nos explica la importancia del Mercado a partir de la Oferta y la Demanda.  Según la economía estos serian actores raciones y realizan elecciones racionales a la hora de comprar, sin embargo esto no es completamente cierto pues el acto de consumir conlleva componentes subjetivos.
Por Mercado los economistas entienden un espacio en el que los vendedores y compradores obtienen información sobre bienes y servicios, y en el que realizan transacciones comerciales[1].  En teoría un mercado necesita muchos compradores y vendedores para que sea competitivo, sin embargo, hay distintos espacios donde los mercados están lejos de ser ideales.
En conceptos más actuales nos encontramos con Consumo colectivo, de Manuel Castells, utilizado para referirse a los procesos de consumo que fomenta la ciudad, como son los servicios de transporte o los servicios de ocio[2]

Las acciones de consumo son altamente importante para comprender la lógica del Capitalismo actual, en tanto para acceder a la vida social debemos hacerlo vía consumo (cuyo instrumento de intercambio es el dinero), quienes se integran al sistema y quienes son excluidos en ultima instancia son determinados en relación a su capacidad de consumir o no los bienes y servicios ofrecidos en los mercados globalizados actuales.

[1] Parkin, Michael et al.  Microeconomía.  Versión Latinoamericana.  Pearson educación.  México, 2006.  En relación al concepto "Demanda" los autores lo definen como "la relación entre la cantidad de un bien que los consumidores planean comprar y el precio del mismo, cuando permanecen constantes todos los otros factores que influyen en los planes de los compradores", al contrario "Oferta" es "la relación entre la cantidad de un bien o servicio que los productores planean vender y el precio del mismo cuando todas las otras variables que influyen sobre los planes de los vendedores permanecen constantes".
[2] Giddens, Anthony.  Sociología. Alianza Editorial.  Madrid, 2006.

jueves, 12 de marzo de 2015

Sociedad sobre ruedas

"Deberíamos intentar crear una ciudad cuyas calles no sólo
sean seguras sino que estén llenas de vida, algo de lo que carecen las vías llenas de tráfico, a
pesar de su ajetreado movimiento de vehículos". (Anthony Giddens)


A simple vista, las ciudades han dejado de ser para el peatón.  El ciudadano de a pie debe sortear diversas dificultades para transitar por las calles debido al aumento sostenido del parque vehicular.  Así la ciudad deja de ser una experiencia relativamente calma para volverse muy acelerada.  Las avenidas funcionan como arterias cuya congestión podría terminar mal.
Este cambio no sucedió de un año para otro sino hay una tendencia clara.  Para el periodo 1990 -2010 el número de vehículos motorizados se triplico, la mayor parte de ellos son los automóviles que también se triplicaron. La participación de estos en el parque vehicular ha ido en aumento, en 1990 representaban el 56% y en 2010 llegaban al 60%.  
El resultado de este aumento vehicular no se explica por el puro y simple crecimiento de la población la cual en dicho periodo (1990-2010) estuvo lejos de duplicarse. O sea, para 1990 había 1 auto por cada 11 personas y en el 2010 había disminuido a 8. Seguramente, una de las variables más importante es el ingreso per cápita, este aumentado del PIB es de cinco veces en el periodo ya indicado.  ¿Por qué con el aumento de los ingresos el automóvil aparece como un bien deseable para mejorar las condiciones materiales de existencia?  Ese es un interesante tema de discusión a resolver.
Estas transformaciones en las calles han obligado a planificar las ciudades de forma distinta, las pequeñas avenidas han dado paso a calles de 4 y más pistas obligando al peatón a correr para cruzar en los tiempos que el semáforo les obliga, dicha sincronización es para guiar el flujo automotriz y no el tránsito de las personas.  En las ciudades más grandes dichas avenidas cortan la integración de los espacios dejando sectores separados por el amplio flujo de vehículos. 
Y esto va en aumento, porque como la experiencia subjetiva de hacer ciudad de a pie se va volviendo más incómoda, más personas se unen a experimentar la ciudad sobre 4 ruedas.  Es tal el acostumbramiento al automóvil que la gente opta por ir al almacén del barrio en auto, obligando a ir dando solución al siempre complejo tema de los estacionamientos.  Y así, y el gasto del vehículo no solo se reduce al combustible u otros insumos, sino que se suman parquímetros, acomodadores y peajes.
Algunos han optado como solución intermedia el uso cotidiano de la bicicleta, haciendo un uso "más armónico" de las calles de la ciudad que se combina a más velocidad, ejercicios musculares y sin costo. Ante un aumento de la privatización y acceso vía consumo de las experiencias sociales, el peatón y el ciclista reclama por su espacio ciudadano donde su relación con la Polis sea respetada por los automóviles. Donde el vivir en la Polis le permita el disfrute y el esparcimiento.

Cuesta hoy imaginarse una ciudad distinta, más equilibrada, con más plazas y parque, espacios más integrados donde el fluir de personas sea más armoniosos.  Finalmente, es importante destacar que la ciudad no solo es un espacio urbano, sino la serie de elementos subjetivos ligados a la experiencia de estar en ella.  La "Sociedad sobre ruedas" lucha por ser competitiva, eficiente y más productiva, pero sigue al debe con el desarrollo de las potencialidades humanas.




Datos sobre el Parque Vehicular
Datos sobre el PIB (Banco Mundial)
Datos demográficos

martes, 10 de marzo de 2015

Una categoría identitaria: "Somos winners"


Pedro Urdemales es una figura arquetípica en los relatos populares sobre una forma de identidad tan chilena, que la mayoría de los chilenos que conoce al personaje cree que es oriundo de nuestras tierras.  Pero no, no lo es. Es un relato español y de varios siglos de antigüedad, sus orígenes se pierden en el siglo 12.
Fue muy famoso por su picardía, choreza, bravuconería, frescura y destemplanza. Se avienen muy bien con ese espíritu tan chileno, ese mismo espíritu que el futbolista Gary Medel llamó tan gráficamente "Chispeza".  Medel, una versión futbolera de Urdemales hasta nos inventó una palabra para expresar ese parecer.
En los relatos que se preservaron por escrito, nos llegan las historias (chascarros) de Pedro Urdemales donde se las arregla para siempre ganar. Esa sí que es chispeza pues, creatividad devenida en torcerle la mano al destino, y no solo a él sino a la autoridad. Y es que  a fines del siglo XIX y la mayor parte del siglo XX, los sectores populares  expresaron de múltiples formas su disconformidad social satirizando y ridiculizando al poder, ya sea este civil, religioso o militar.  No olvidemos la Lira popular y las canciones del folclor campesino.
El destacado Condorito tiene mucho de ese espíritu, el del roto chileno que es bueno "pa´ la pega" y bravucón.  Recordemos esa potente consigna estampada en los muros de Pelotillehue "Muera el roto Quezada" como una forma de escarnio público.  Es también Juan Verdejo  figura prototípica del personaje popular presente en la revista de humor político Topaze.
" El personaje Juan Verdejo de la revista Topaze constituyó la representación clásica del “roto” chileno entre los años 30 y los años 60. La revista satírica lo empleó agudamente para encarnar al pueblo con sus deseos, anhelos y necesidades básicas. Resultó ser en gran medida un anti-mundo en relación a la elite dominante, entroncando con los personajes de la clásica narrativa picaresca española" (Maximiliano Salinas)
Sin embargo, el Chile actual ya no es el de ayer.  Los procesos transformadores de la dictadura militar son innegables.  La economía de matriz desarrollista fue cambiada por un modelo productivista de monocultivo y con énfasis exportador.  Esos cambios han afectado la imagen de Condorito y Juan Verdejo.  Es cosa de ver las revistas actuales del plumífero personaje del dibujante Pepo, ya no vive en una ranchería y en muchos chistes ya no se ve con ojotas, el modelo económico le permitió emprender. Y es que en un transformismo camaleónico -propio del Jurel tipo Salmón o del Jaguar Latinoamericano- los sectores populares ya no se ven reflejados en ese Juan Verdejo tan precario, suburbano y desempleado.  Los sectores populares tienen más sintonía con el relato del esfuerzo y el emprendimiento, más al estilo "Escuela de Chicago" - la neoliberal no la sociológica-  y eso no dio cabida para "rotos rotozos".
Aun así, no se engañe. En el alma de Chile, en esa "inmensa mayoría" en el sentido de Sebastián Piñera, vive Pedro Urdemales, aún hay chispeza como lo declaró el Pitbull Medel.
Somos winners, o sea, "ganadores".  No en el sentido de que triunfamos o vamos en búsqueda del triunfo, sino ese localismo del centro-sur "Ganarse", como ganar un espacio sea en la fila del Banco o supermercado.  Un apropiarse de algo antes que otros.  También le decimos a esa conducta "ser vivo", y le aconsejamos a otros "tienes que avivarte poh".  Y esa conducta tan popular resulta que es bastante transversal.  Porque no solo los comerciantes ambulantes "son vivos", en los sectores del más privilegiado empresariado también lo son.  Los señores de Penta serían "enteros de vivos" y parece que Davalos y Cía también.  Y si de chispezas se trata el diputado Hasbún, tiene una "frescura del porte de un buque".
Un bloguero, Matías Carrasco Ruiz-Tagle, escribió una interesante titulada "Matías Larraín: somos winners" describiendo desde adentro como los sectores más acomodados juegan a "ganar" en todo incluso ante la justicia.  Y esa idea es más popular, Joaquín García-Huidobro columnista en El Mercurio titulo uno de sus escritos "No somos gánsteres (somos winners)".
"La tentación de obtener más que el promedio resulta irresistible para un 'winner'. Esto no le pasa solo a algunos empresarios, sino a cualquier chileno que se deje llevar por la lógica exitista..." (Joaquín García-Huidobro)
Como si percatarse que todos tenemos alma de winner en Chile fuera un consuelo.
Así, podemos ver que ese antiguo personaje, Pedro Urdemales ya a muerto nos ha dejado sus más tiernos discípulos y la táctica de Urdir males con una sonrisa en la boca continua hoy más "viva" que nunca.




Globalización: sus origenes


Los seres humanos necesitamos un mínimo de certezas en nuestra vida diaria, es por ello que el contexto mundial actual nos llena de incertidumbre y miedos. Si revisamos los grandes hitos de los últimos años en los medios de comunicación destacarán los atentados terroristas, crisis económicas, las pandemias, las guerras, y otros cientos de conflictos a menor escala. 

Es cierto que los medios de comunicación tienen un punto de vista sesgado. Filtran la información de tal forma que nos impresionen para consumir sus productos informativos. Sin embargo, no podemos desmentir que en el horizonte de nuestra realidad dichos eventos están ocurriendo y son de alta preocupación internacional.

Lo que se planteó como algo muy deseable -integrar a todo el planeta- hoy es cuestionado en diversos sectores sociales. La globalización, nos llena de interrogantes. Por ello, partamos revisando que es la Globalización.

Para Ulrich Beck (1997), "El concepto de globalización se puede describir como un proceso (antiguamente se habría dicho: como una dialéctica) que crea vínculos y espacios sociales transnacionales, revaloriza culturas locales y trae a un primer plano terceras culturas".

En esto es claro Beck, la globalización no es lo mismo que globalismo, o sea "la concepción según la cual el mercado mundial desaloja o sustituye al quehacer político; es decir, la ideología del dominio del mercado mundial o la ideología del liberalismo".

Aquí el énfasis de la Globalización está en lo socio-cultural, como las fronteras de lo "nacional" van perdiendo sentido y el "Estado-Nación" pierde fuerza. En cambio el discurso neoliberal busca potencial una expresión económica de la Globalización, reduciéndola a un mero mercado mundial. Este reduccionismo economicista no sería gratuito pues se busca despolitizar estos complejos procesos sociales y culturales, pues ante tantos cambios seguramente el ambiente laboral se vuelve convulsionado.

Lo cierto es que la Globalización como fenómeno nos lleva a una compleja discusión conceptual y se asocia a otros tantos como Modernidad, Democracia, Diversidad cultural y el más en boga, Posmodernidad. Si tomamos el concepto de Beck, la Globalización como proceso comenzaría hace varios siglos. En un análisis al capitalismo, nos encontraremos con una tendencia expansiva de este desde sus orígenes. Un ejemplo muy estudiado es el "Descubrimiento de América" que sirvió para financiar el desarrollo posterior de Europa occidental.

Según Marx y Engels, en el famoso Manifiesto Comunista, "El descubrimiento de América y la circunnavegación de África ofrecieron a la burguesía en ascenso un nuevo campo de actividad. Los mercados de la India y de China, la colonización de América, el intercambio de las colonias, la multiplicación de los medios de cambio y de las mercancías en general imprimieron al comercio, a la navegación y a la industria un impulso hasta entonces desconocido y aceleraron, con ello, el desarrollo del elemento revolucionario de la sociedad feudal en descomposición". 

En carta del 27-X-1890, Engels señalaba a C. Schmidt: “El descubrimiento de América se debió a la sed de oro que anteriormente había lanzado a los portugueses al África, porque la industria europea enormemente desarrollada en los siglos XIV y XV, y el comercio, correspondiente, reclamaban más medios de cambio que los que podía preveer. Alemania, la gran productora de plata de 1450 a 1550.”

Este análisis es seguido en siglo XX por los teóricos de la dependencia a la horade comprender lo que en su momento se denomino "Subdesarrollo".

Esto nos lleva a reflexionar que la Globalización como proceso tiene una direccionalidad (de Europa y luego Estados Unidos al resto del planeta) y posee un modelo que lo sustenta (liberalismo y luego el neoliberalismo).