martes, 15 de septiembre de 2015

El ocaso de los héroes


El golpe militar y la dictadura de Pinochet significaría un cambio en la percepción de los héroes[1].  Las figuras sacras de O’Higgins, Prat, Portales –y otros- son instrumentalizados burdamente y destacados en las diversas efemérides del calendario escolar de los setentas y ochentas.  Al canto de “Vuestros hombres valientes soldados”, los niños de esa época se educaron con una versión de la historia de Chile muy recortada y censurada, y básicamente la Historia (en el sentido escolar) significó una cronología de hechos militares y políticos notables desarrollados por las élites.  Las batallas y sus generales tenían espacio privilegiado para el aprendizaje del estudiante.
Afuera de las aulas, la vieja Unidad Popular era aplastada por la DINA y la CNI con una lógica de Seguridad Nacional (orquestada años antes por los Estados Unidos desde la Escuela de las Américas en Panamá) y Allende se convertía seguramente en el último héroe popular.
En marzo de 1990 llegan los políticos a la Moneda y el Congreso de regreso luego de 17 años, y a pesar de que intentan darle un sello festivo, épico se podría decir, se vuelve imposible con la sombra del General Pinochet sobre la nación.  La “fiesta del No” –o sea, la creencia de que la ciudadanía había sido capaz a través la lucha democrática de derribar una de las dictaduras más largas y atroces- se fue desvaneciendo con rapidez.  Es así como la conmemoración del principal hito de Concertación, el 5 de octubre, con el correr de los años se vuelve superflua lo que se puede comprobar revisando que cada vez esos eventos son menos más masivos y menos ciudadanos.
Este rápido desgaste, o sea la falta de interpretación épica de los hitos, se debe a variados factores que inciden en este fenómeno.  Podríamos distinguir en los factores internos y externos:
Internos
·         Sobreideologización de la política y lo social en el Chile pre-dictadura militar (Especialmente en el periodo de 1964 a 1973).
·         Descrédito de la política y los empresarios durante el periodo democrático (De 1990 en adelante, pero especialmente en la última década).
·         Mala percepción de las FF.AA y las instituciones en general (pos-golpe militar)
Externos
·         Fin de la Guerra fría (sin un ganador apabullante.  Recordemos que más que ganar Estados Unidos, lo que ocurre es el colapso interno del bloque soviético).
·         La amplia aceptación del neoliberalismo, retornando a la centralidad del mercado como actor de la organización social.
·         La globalización cultural introduciendo patrones propios de occidentales  (especialmente Estado Unidos).
Los noventas son el ingreso de la posmodernidad a América Latina y por cierto el debate de los cientistas sociales de si esto era así o no. Hoy el debate no está totalmente cerrado, y por lo menos podemos destacar 3 ideas.  1) Más allá de si damos por finalizada la modernidad y damos paso a una nueva etapa vimos un momento histórico distinto de lo previo. Una de las características de ese cambio es la perdida de certidumbres y confianza en el desarrollo propio del proyecto moderno-ilustrado, o sea un tránsito del optimismo al pesimismo. 2) La Globalización –proceso sociohistórico de más antigua data[2]- se acelera con el desarrollo tecnológico digital transformando la experiencia que tenemos del Espacio-Tiempo.  Reduciendo los espacios y los tiempos, y a la larga imponiéndose el tiempo sobre el espacio. 3) La disputa de la centralidad del Rol del Estado y el Mercado en la vida social es cerrada en pro del segundo.  Desde la política y la economía el Estado es ampliamente cuestionado, es invocada la reducción de su estructura y campo de acción.  O dicho de otra forma la economía tecnócrata se impone sobre la política ideológica.  Incluso para algunos eso permitiría hablar de un momento posideológico.
Estos cambios sirven para otorgarle piso a lo que estamos discutiendo.  En un mundo globalizado, posmoderno y guiados por el consumo los héroes pierden sentido, se desacralizan y reducen su campo de acción a lo meramente escolarizante (espacio donde además son confinados principalmente a las efemérides).  En tiempos sin épica, sin espíritu colectivo, las figuras de los principales actores sociales de mundo contemporáneo no calzan para ser héroes.
En nuestro país entonces, podemos decir que vivimos el auge de una Era pos-heroica, o sea en una época donde ni las elites impulsan sus estrategias persuasión a través de la mistificación de personas por medio de la heroificación ni los sectores populares santifican a alguien de un carisma especial.

¿Qué hacer con los héroes y la nación?
Múltiples son las preguntas que comienzan a aparecer luego de constatar en el momento particular en que nos encontramos, una era pos-heroica.  ¿Cuánta juventud se perdió tras la violencia contrarrevolucionaria de 1973 - 1990? ¿Cuántos gestos épicos pasaron al olvido con el manto de la “democracia”? ¿Hubo héroes en ambos bandos en conflicto? ¿El pueblo ha estado dispuesto a sacralizar la  figura de alguno de estos “muertos con dignidad” o de algunos de los actores que permitieron la transición?
Para los más objetivistas el tema se encuentra plenamente abierto y aún es más parte del periodismo que la historia.  Faltarían décadas para poder escribir estas nuevas páginas en los libros del mañana.  Sin embargo, son reflexiones posibles dentro de la sociedad chilena y por cierto en las ciencias sociales.
Es necesario indicar que si reconocemos el advenimiento de una Era posheroica, se nos presentan nuevas preguntas. ¿Qué hacer con los héroes y la patria en este nuevo contexto? ¿Cuáles serán los nuevos acicates  que le darán sentido a la Nación? ¿Acaso es necesaria una identidad nacional, ante el asalto de cientos de identidades sociales (de género, etnia, clase social, etc.)?


Quizás una de las cuestiones esenciales de los tiempos heroicos (Ligados a los distintos procesos de Construcción Estado – Nación 1810 -1884) son los simbolismos y ritualidades ligados al gesto heroico.  Necesariamente esto implica un nuevo contexto donde dichos simbolismos se vuelven superfluos y en algunos casos son ridiculizados.  Estas la distancia que se genera por ejemplo con el “acto heroico” de Arturo Prat que se vuelve incomprensible y se convierten en motivo de burla.  La figura trágica de nuestro joven Capitán saltando al abordaje se transforma en algo sin sentido.  No porque el acto en sí mismo pierda valentía ni arrojo, sino porque la comunidad que le da sentido a esa “valentía” ya no está para arriesgar la vida por la Patria; puede que si haya coraje para defender a su esposa e hijos, para defender su casa o algún amigo, pero por la Patria difícil, pues se ha vuelto algo difuso, algo nebular.  La Patria y la Nación están ligadas en términos semánticos más a los políticos y las elites que al ciudadano de a pie.  Por lo mismo las generaciones más jóvenes (Sub 30 más o menos), no tienen mucho interés en conocer la Historia de Chile, pues son muy críticos sobre el presupuesto que es una historia sesgada, escrita por los vencedores, etc. Sin embargo, a pesar de que hoy existen variados textos “alternativos” a la vieja versión oficial, siguen siendo poco los lectores.  Ante el mismo personaje, Arturo Prat, se desconoce por ejemplo el tono romántico de la correspondencia que mantenía con su esposa, o la pena que le acongojaba por la pérdida de una hija, o el dato más relevante para la historia tradicional, nuestro Capitán se encontraba solo custodiando Iquique en un suerte de castigo por sus diferencias con la plana mayor producto de un juicio militar donde defendió como abogado al oficial Luis Uribe quien se encontraba acusado por desacato.  El salto de Prat, se vuelve un salta al aire, una caída libre, visto con los ojos del hoy.
Como otras discusiones muy recientes sobre el sentido de identidad nacional, del valor de la historia o el rol de los militares en el mundo contemporáneo, es difícil ser taxativo.  Esta es una discusión abierta, a pesar de que los ciudadanos no están muy abiertos al debate.  Solo una pregunta final y más contingente, ¿Qué monumentos deberán levantarse en las próximas, que hombres merecerán ser encarnados en bronce y ser levantados en plazas públicas?  Es algo que cuesta pensar desde el presente y seguramente dará que pensar, a lo menos a las autoridades y dirigentes.




[1] n 1973, el historiador William Sater escribía su conocido libro “The Heroic Image in Chile: Arturo Perat, Secular Saint” que fuera traducido y publicado en Chile en el 2005 y que coincidentemente ese momento marca un punto de inflexión sobre la relación que tenemos con los héroes.

[2] Hay quienes fijan el origen de la Globalización en el proceso de conquista y colonización de América (excepcionalmente algunos romanistas han querido encontrar este proceso en la conformación de la Ecúmene romana). Sin embargo, la mayoría de los autores se concentra en el siglo XX con los viajes transatlánticos o la constitución de la Sociedad de Naciones y Organización de Naciones Unidas.

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