sábado, 3 de junio de 2023

El ser humano: Entre el individuo y el ser social.

 “Yo ya no peleo por nadie más que por mí mismo. Yo soy la única causa que me interesa ayudar” 

(Rick Blaine, personaje de Casablanca).


En 1949 se estrenó la película “El manantial” protagonizada por Gary Cooper. El film se basaba en la novela homónima de la escritora Ayn Rand (1943), y propuso un tema polémico para esa época, en la relación individuo y sociedad, el primero debe liberarse de toda atadura colectiva y desarrollar a su máximo potencial, inclusive si desde el grupo hay quienes buscan ajustar la particularidad. Una propuesta egoísta que se convirtió en corriente filosófica: El egoísmo racional.  La autora pone en la boca del protagonista un speech donde no se inhibe nada, por lo bajo la creatividad no se atiene a ningún piso social, o sea las fuerzas creativas de los individuos deben ser desatadas y no deben ser obstaculizadas por requerimientos colectivos.  Una verdadera profecía del neoliberalismo, el sueño anticomunista de su autora. Demos voz a Howard Roark con su defensa del egoísmo:


Ningún creador estuvo impulsado por el deseo de servir a sus hermanos, porque sus hermanos rechazaron siempre el regalo que les ofrecía, ya que ese regalo destruía la rutina perezosa de sus vidas. Su único móvil fue su verdad. Su propia verdad y su propio trabajo para concretarla a su manera: una sinfonía, un libro, una máquina, una filosofía, un aeroplano o un edificio; eso era su meta y su vida. No aquellos que escuchaban, leían, trabajaban, creían, volaban o habitaban lo que él realizaba. La creación, no sus usuarios. La creación, no los beneficios que otros recibían de ella. La creación que daba forma a su verdad. Él sostuvo su verdad por encima de todo y contra todos. (Ayn Rand)


El neoliberalismo y sus relaciones socioeconómicas aparta al ser humano de su contexto social y acrecenta la brecha entre individuo con otros individuos.  No olvidemos la cita a una entrevista de Margaret Thatcher donde llegó a decir “la sociedad no existe”.  El ultraliberalismo basado en el individualismo.


Un distinguido converso de la izquierda como es Antonio Escohotado asegura que “al elegir la libertad, Occidente se buscó un enemigo que iba a aparecer recurrentemente (...) ahora puedo entender mejor qué es Occidente, qué es mi cultura y ese diálogo entre libertad y seguridad”.  El argumento de Escohotado parte de un reduccionismo entre la libertad individual y la seguridad que ofrece el colectivo, por lo demás un falso dilema como analizaremos en breve.


En el cambio del milenio, el hombre contemporáneo es un ser sin vínculos nos dice Zygmunt Bauman y con ello daba inicio a explicar cómo se han transformado las relaciones humanas en este cambio del siglo XX al XXI.  Es que el “retiro” del hombre hacia el abrigo del individualismo, le resta desarrollo hacia los otros, o sea el vínculo social, y claro le aporta a construir una impresionante profundidad en su “yo” (self).  Sin embargo, esto no ocurre de la nada, son las transformaciones sociales las que generan nuevos contextos.  

En parte, esos cambios se explican en el macroproceso llamado Modernidad, donde el abandono de las tradiciones (o sea lo colectivo) y la proyección de la confianza en la ciencia y la técnica van dando paso a comunidades cada vez más antropocéntricas (con una mayor valorización al individuo).   Una nueva modernidad (llamada a veces posmodernidad, segunda modernidad, sociedad del riesgo, postindustiralismo, etc.) que se despliega a partir de la anterior ha sido vivenciada en las últimas décadas avanzando desde la relevancia del individuo hasta el hiperindividualismo.  Nuestros contemporáneos juguetes electrónicos (computadores, tablets, consolas de videojuegos y celulares) fomentan ese “estar autocentrados".

Sin embargo, no podemos creer que eso es lo propio del ser humano y contra el argumento individualista solemos  encontrar en la cultura múltiples ejemplos donde se busca fundamentar la potencia de las relaciones sociales y lo vital del colectivo.


Ningún hombre es una isla

por sí mismo.

Cada hombre es una pieza de un continente,

una parte del todo.

Si el mar se lleva una porción de tierra,

toda Europa queda disminuida,

como si fuera un promontorio,

o la casa de uno de tus amigos,

o la tuya propia.

(John Donne, No man is an island)


Ojo entonces,  con la abstracción conceptual (y con la aplicación de los respectivos idealismos) no hay persona humana sin sociedad, somos -como lo dice Aristoteles- un animal social.  Lo demás, como lo dice Marx, son Robinsonadas.

Individuos que producen en sociedad, o sea la producción de los individuos socialmente determinada: éste es naturalmente el punto de partida. El cazador o el pescador solos y aislados, con los que comienzan Smith y Ricardo, pertenecen a las imaginaciones desprovistas de fantasía que produjeron las robinsonadas dieciochescas, las cuales a diferencia de lo que creen los historiadores de la civilización, en modo alguno expresan una simple reacción contra un exceso de refinamiento y un retorno a una malentendida vida natural (Marx, 2013).


Los ejemplos de la historia, la cultura, la psicología y la sociología contradicen el discurso del arquitecto y protagonista de El manantial.  Múltiples pensadores como George Herbert Mead, Charles Horton Cooley o Herbert Blumer dan importancia a como lo social se introyecta en el self y como para dar vida a un sujeto autoconsciente es necesario esta dinámica relacional con la familia, el vecindario, la escuela, etc.  El concepto del “Otro generalizado” de Mead da cuenta de aquello.


La comunidad o grupo social organizados que proporciona al individuo su unidad de persona pueden ser llamados “el otro generalizado”.  La actitud del otro generalizado es la actitud de toda la comunidad.  Así, por ejemplo, en el caso de un grupo social como el de un equipo de pelota, el equipo es el otro generalizado, en la medida en que interviene -como proceso organizado o actividad social- en la experiencia de cualquiera de los miembros individuales de él.( G. H. Mead, 1981)


Sabemos además de algunos casos donde los niños han crecido separados de su entorno social, un ejemplo es  “L'Enfant sauvage”, el niño salvaje.  Un caso estudiado fue el de Víctor de Aveyron y que fue encontrado en 1797 merodeando por los bosques de Toulouse en Francia.  Al parecer no había tenido contacto con otros humanos durante años y en cambio se había desenvuelto en el marco de la naturaleza, lo suficientemente bien como para sobrevivir.  Al llevarlo a París, fue objeto de estudio de diferentes científicos, quienes impresionados por la situación quedaron con diversas preguntas sobre ¿qué es un ser humano? ¿Cómo se da el desarrollo del individuo, por herencia o experiencia? ¿o, como se alcanza el habla, o el comportamiento adulto?  Si bien esas preguntas no tienen respuestas fáciles y tampoco definitivas, estos casos extremos permitieron conocer los límites a la socialización.  La falta de presencia de adultos humanos que desarrollarán una crianza limitaron sus posibilidades para convertirse en un humano en forma plena.

El niño fue sometido a un minucioso examen médico en el que no se encontró ninguna anormalidad importante. Cuando se le puso delante de un espejo parece que vio su imagen sin reconocerse a sí mismo. En una ocasión trató de alcanzar a través del espejo una patata que había visto reflejada en él (de hecho, la patata la sostenía alguien detrás de su cabeza). Después de varios intentos, y sin volver la cabeza, cogió la patata por encima de su hombro. (Giddens, 2000)


Podemos observar entonces que la relación entre individuo y sociedad (I – S), es una relación dialéctica y dinámica que relaciona al primero con el segundo a través de la socialización.  Es la entrega de las normas sociales más básicas que permiten la existencia de la persona humana.  Sin la experiencia de lo social, como vimos con los “niños salvajes” no hay un desarrollo pleno del Self.  


Y como la socialización es parte de nuestras vidas, no solo de la infancia, entonces lo social está permanentemente siendo incorporado al yo.  Por otra parte, como seres portadores de cultura también vamos nutriendo esa relación al construir cultura.  La reproducción cultural de un grupo, comunidad o sociedad nunca es idéntica para la siguiente generación, pues se va innovando, se va creando.  Podemos graficar esa relación entre I - S como una cinta de moebio lo que muestra este movimiento permanente, vinculandolos  en un fluir bidireccional.




Por último, es la acción social la que lleva al sujeto a salir de sus abstracciones particulares y lo sitúa en el plano societal como un sujeto, dado que la acción implica trascender desde la posibilidad/ potencia (mera abstracción) y pasar a movimiento, a actividad.  En la versión de Max Weber: “la acción social es una acción en donde el sentido mentado por un sujeto o sujetos está referido a la conducta de otros, orientándose por ésta en su desarrollo” (Weber, 1969).

O sea, en nuestra vida diaria -incluso comprendiendo nuestro favoritismo generalizado hacia lo individual- nuestro quehacer es impulsado por motivos orientados hacia el otro/s.  Entendiendo la debilidad de los proyectos colectivos, también debemos entender que hoy más que nunca para que sea posible un futuro positivo para la humanidad debe haber nuevos contratos sociales que permitan el desarrollo de un justo medio entre el individuo y la sociedad.  Si para Aristóteles la virtud consistía en encontrar el justo medio entre extremos que identificaba con los vicios, estamos “condenados” a encontrar el equilibro entre los extremos I-S. Dicho equilibrio es imposible imaginarlo como algo estático, sino como un equilibrio dinámico y a veces inestable, pero que permanentemente lucha por la estabilidad. Si hemos de ser virtuosos entonces nuestros esfuerzos deberán estar en la búsqueda de ese justo medio o equilibrio.



miércoles, 10 de mayo de 2023

Aceleracionismo. Materiales audiovisuales para el estudio.

    "Todo lo sólido se desvanece en el aire" (Marx y Engels)

    

El aceleracionismo es una corriente de pensamiento filosófico y político que aboga por acelerar el proceso del capitalismo y la tecnología para alcanzar una nueva era post-capitalista, basada en la automatización, la inteligencia artificial y la eliminación del trabajo humano. Fundamenta su postura en la creencia de que el sistema capitalista actual no puede ser reformado, por lo que es necesario acelerar su colapso para avanzar hacia una sociedad más avanzada y justa.  

    Según Avanessian y Reis "el aceleracionismo es una herejía política; la insistencia en que la única respuesta política radical al capitalismo no es protestar, agitar, criticar, ni tampoco esperar su colapso en manos de sus propias contradicciones, sino acelerar sus tendencias al desarraigo, alienantes, descodificantes, abstractivas".

    Los orígenes de esta premisa se pueden encontrar por ejemplo en Marx y Engels en sus escritos de juventud como el "Manifiesto comunista". Por ej: "las viejas industrias nacionales han sido destruidas y están destruyéndose continuamente.  Son suplantadas por nuevas industrias, cuya instauración se convierte en un problema vital para todas las naciones civilizadas, por industrias que ya no emplean materias primas del país, sino materias primas venidas de las más lejanas regiones del mundo".

    Nick Land es un filósofo británico que ha sido asociado con el aceleracionismo debido a sus escritos sobre el capitalismo y las nuevas tecnologías. Land ha sido identificado como uno de los exponentes más influyentes del aceleracionismo, aunque ha evolucionado hacia posiciones políticas más extremas en años recientes y se ha alejado del movimiento en sí, sin embargo, nos quedan sus textos herejes.  Un primer ejemplo: "El capitalismo continúa acelerando, aun cuando ya ha producido novedades más allá de toda imaginación humana previa. ¿Qué es la imaginación humana despúes de todo?". Y un segundo, "El capitalismo, en contraste, no tiene límite externo, ha consumido vida e inteligencia biológica para crear una nueva vida y un nuevo plano de inteligencia, dilatando más allá de la anticipación humana" Nick Land, Crítica del Miserabilismo trascendental).



    El pensamiento de derecha y el aceleracionismo se han relacionado debido a la idea de que la fuerza del mercado y el capitalismo pueden ser aprovechados para acelerar la evolución de la tecnología y llegar a la post-humanidad. Sin embargo, muchos de los defensores del aceleracionismo han rechazado explícitamente cualquier conexión con la derecha política, y han argumentado que la filosofía se basa en una crítica del capitalismo y busca una alternativa post-capitalista.

    Para ampliar el punto de vista personal, le dejo algunos materiales audiovisuales al respecto son:

* La fonda filosofica

* La travesía ¿Qué es el aceleracionismo?

* La travesía. Nick Land.

* Café Kyoto. Acelerar...

* Ernestro Castro. ¿Qué es el aceleracionismo?

* Fernando Castro. Nick Land





 

lunes, 1 de mayo de 2023

Tiempo Social y Aceleración.

 A lo largo de gran parte de la historia de las sociedades humanas, el tiempo social se ha ordenado a partir de los ciclos basados en la naturaleza y la cultura.  Eso llevó por ejemplo a las sociedades agrarias a ordenar el tiempo a partir de los ciclos propios de la producción (preparación de la tierra, siembra, cuidados de la planta, cosecha, etc.). Con el correr de los siglos, sin embargo, y el cambio del modo de producción dominante por el capitalismo, se produjo una transformación radical en la forma en que se percibe el tiempo y se utiliza para producir las distintas mercancías.


En las sociedades capitalistas occidentales, el tiempo ha pasado a ser considerado como un recurso limitado y valioso (“time is money”), estrechamente unidos a la productividad y al logro de metas economicistas. En última instancia, todo se evalúa en términos de tiempo productivo: la duración de una jornada de trabajo, el tiempo de venta de las mercancías y el tiempo que se tarda en alcanzar los planes de un negocio en particular.


Esta comprensión instrumental del problema social del tiempo ha generado múltiples conflictos sociales y laborales (parte de las luchas sociales del siglo 19 y 20 fueron la regulación de la jornada laboral y el descanso dominical), ya que ha llevado a una cultura de la prisa (Estilo de Vida instantánea) y la búsqueda de una eficiencia extrema, donde el ocio y el entretenimiento es considerado un lujo y no un derecho (Es digno de ver “con tiempo”, la película “Timeless”).  De la “temporada” en Estados Unidos, Theodor Adorno sacó diversas lecciones, más bien pesimistas sobre el tiempo libre y sus usos en las sociedades capitalistas.




La presión para producir más en lapsos de tiempo menores ha implicado una serie de problemáticas asociadas a la salud mental: patologías sociales como el estrés, el burnout, la ansiedad y la depresión. Además, la mayoría de los trabajadores tienen aún hoy una carga laboral excesiva para su jornada, lo que les impide dedicar tiempo a sus familias, amigos, hobbies y actividades que les brinden satisfacción personal. En contextos muy distintos a los que atribuiríamos el imperativo de la aceleración, como es el arte, también llega y produce sus efectos.


“Pensar el arte, investigar en arte, buscar una manera de practicarlo y frecuentarlo, es una apuesta por la posibilidad de no caer en las lógicas de desviación que la aceleración capitalista nos impone, se trate a la vez de el consumo voraz sin digestión, o de la promoción sin afectos, que hace del ya conocido, de lo confortante, una plusvalía que complace la debilidad del pensamiento” (Sara Baranzoni, Larga vida al arte).


En este contexto, la lógica del “tiempo eficiente" ha penetrado todas las dimensiones de la vida social y ha generado una cultura del consumo acelerado, donde todo está disponible en forma inmediata y  la espera es percibida como algo muy desagradable, lo cual conlleva además impaciencia, ansiedad y frustración. Esta visión ha llevado a la creación de fenómenos como la comida rápida (fast food), las compras on-line con entrega al día siguiente y el entretenimiento en línea 24/7 (Netflix y los diversos streaming de ese tipo), generando una hiperestimulación permanente y una adicción al ritmo acelerado de la vida moderna (workaholic y dependencia a diversas drogas).


Para construir una sociedad más equitativa, pero especialmente sostenible, es fundamental repensar críticamente la manera en que entendemos el tiempo social y su relación con los procesos productivos. Se necesita una nueva cultura de la temporalidad, que priorice la calidad sobre la cantidad del tiempo dedicado a la producción, y que permita una mejor distribución entre trabajo, hogar y ocio. Solo así, podremos construir una sociedad más justa, feliz y saludable para todos los seres humanos.


viernes, 28 de abril de 2023

Gramsci: "El mundo es como es, pero también puede ser de otra manera".

    Hoy es 27 de abril y hoy se conmemora un año más de la muerte del pensador italiano Antonio Gramsci, cuyas ideas calaron muy profundo en pensamiento político del siglo XX y por cierto produjo movimiento al interior de la corriente marxista.  En el contexto actual, la llegada de los distintos movimientos sociales del cambio de siglo, entre ellos los "antiglobalización", significaron una relectura de sus ideas.

    En lo personal, conocí el pensamiento de Gramsci en la Universidad, a fines de los noventa.  Sus conceptos de "Hegemonía", "Subalternidad" y "Bloque histórico" fueron revisados posiblemente en clases de Ciencias políticas y también durante los cursos de la Teoría marxista.

    Lo novedoso del punto, es que más allá de lo formal, tenía compañeros de curso y carrera, militantes del autonomismo universitario, que lo leían como si buscasen una joya apropiada al momento político que vivíamos.  Eran los años de finalización de la década de los noventas, se avanzaba -¿o retrocedía? -  en la transición, se acercaba la presidencia de un socialista chileno, y con eso se seguían aumentando las privatizaciones del Estado.

    Por esos días lo leí durante algunas semanas, paralelamente leía varias pensadores marxistas en especial Lenin, Guevara y por supuesto Marx.  De esos autores, debo confesar solo seguí leyendo periódicamente a Marx. Sin embargo, Gramsci de tiempo en tiempo volvía a aparecer.  

    Debo decir además, que en aquellos años de transición, de la Era de "oro" concertacionista, Gramsci tenía para mí (o más bien ciertos lectores de él) un tufillo de socialismo renovado y sus respectivas nostalgias a las noches europeas.  Bueno, los prejuicios son eso, prejuicios. Y a veces no tanto.

"Las veleidades gramscianas eran entonces, en los setenta, propias de los exiliados en Europa, y solo gradualmente convocaron a los chilenos desterrados en América Latina.  En el caso de los socialistas chilenos, la discusión de los temas gramscianos, por así llamarlos, tuvo un impulso abierto a propósito de la división socialista de 1979, de la formación de la Convergencia socialista y de la consolidación de aquello que se conoce como "renovación socialista". (Jorge Arrate, 2011).



    Bueno, como lo plantea en la cita, Jorge Arrate algo de eso sabía.  O como lo precisa él: hay un uso, una cuartada en las lecturas de Gramsci, el de las grandes alianzas en búsqueda de la hegemonía cultural. que claro, se sentía mejor que declararse socialdemócrata a secas.

    Ese era mi reparo, pero con los años comprendí, especialmente por el comportamiento político de muchos de estos socialistas (ultra)renovados que, les era propio de sus propios caminos y no de la reflexión de las ideas gramscianas.

    Hoy cuando vuelvo a realizar el ejercicio de leer al pensador italiano y plantear el volver a escribir luego de meses sin hacerlo, regreso a las ideas de Gramsci esta vez discutiéndolo en conjunto con el concepto de campo bourdieuano.  Para cerrar, me quedo con dos palabras muy relacionadas con él: Für ewing (Para la eternidad), y escritas en prisión.

    "Estoy atormentado (éste es un fenómeno propio de los encarcelados, creo) por esta idea:  debería hacer algo "für ewing", según una vieja concepción de Goethe, que recuerdo atormentó mucho a nuestro maestro Pascoli.  Quisiera según un plan preestablecido, ocuparme intensa y sistemáticamente de algún tema que absorba y centralice mi vida interior".

    El Gramsci prisionero tuvo esperanzas en el socialismo y a pesar de su encierro intento construir algo "para la eternidad".  Hoy se conmemoran 86 años, y aunque esa cifra no sea una eternidad, son sin embargo, toda una vida humana... con sus respectivos vicios, pero especialmente con sus virtud.

                                                                    A la memoria de Antonio.


Para otras lecturas breves: