Hoy es 27 de abril y hoy se conmemora un año más de la muerte del pensador italiano Antonio Gramsci, cuyas ideas calaron muy profundo en pensamiento político del siglo XX y por cierto produjo movimiento al interior de la corriente marxista. En el contexto actual, la llegada de los distintos movimientos sociales del cambio de siglo, entre ellos los "antiglobalización", significaron una relectura de sus ideas.
En lo personal, conocí el pensamiento de Gramsci en la Universidad, a fines de los noventa. Sus conceptos de "Hegemonía", "Subalternidad" y "Bloque histórico" fueron revisados posiblemente en clases de Ciencias políticas y también durante los cursos de la Teoría marxista.
Lo novedoso del punto, es que más allá de lo formal, tenía compañeros de curso y carrera, militantes del autonomismo universitario, que lo leían como si buscasen una joya apropiada al momento político que vivíamos. Eran los años de finalización de la década de los noventas, se avanzaba -¿o retrocedía? - en la transición, se acercaba la presidencia de un socialista chileno, y con eso se seguían aumentando las privatizaciones del Estado.
Por esos días lo leí durante algunas semanas, paralelamente leía varias pensadores marxistas en especial Lenin, Guevara y por supuesto Marx. De esos autores, debo confesar solo seguí leyendo periódicamente a Marx. Sin embargo, Gramsci de tiempo en tiempo volvía a aparecer.
Debo decir además, que en aquellos años de transición, de la Era de "oro" concertacionista, Gramsci tenía para mí (o más bien ciertos lectores de él) un tufillo de socialismo renovado y sus respectivas nostalgias a las noches europeas. Bueno, los prejuicios son eso, prejuicios. Y a veces no tanto.
"Las veleidades gramscianas eran entonces, en los setenta, propias de los exiliados en Europa, y solo gradualmente convocaron a los chilenos desterrados en América Latina. En el caso de los socialistas chilenos, la discusión de los temas gramscianos, por así llamarlos, tuvo un impulso abierto a propósito de la división socialista de 1979, de la formación de la Convergencia socialista y de la consolidación de aquello que se conoce como "renovación socialista". (Jorge Arrate, 2011).
Bueno, como lo plantea en la cita, Jorge Arrate algo de eso sabía. O como lo precisa él: hay un uso, una cuartada en las lecturas de Gramsci, el de las grandes alianzas en búsqueda de la hegemonía cultural. que claro, se sentía mejor que declararse socialdemócrata a secas.
Ese era mi reparo, pero con los años comprendí, especialmente por el comportamiento político de muchos de estos socialistas (ultra)renovados que, les era propio de sus propios caminos y no de la reflexión de las ideas gramscianas.
Hoy cuando vuelvo a realizar el ejercicio de leer al pensador italiano y plantear el volver a escribir luego de meses sin hacerlo, regreso a las ideas de Gramsci esta vez discutiéndolo en conjunto con el concepto de campo bourdieuano. Para cerrar, me quedo con dos palabras muy relacionadas con él: Für ewing (Para la eternidad), y escritas en prisión.
"Estoy atormentado (éste es un fenómeno propio de los encarcelados, creo) por esta idea: debería hacer algo "für ewing", según una vieja concepción de Goethe, que recuerdo atormentó mucho a nuestro maestro Pascoli. Quisiera según un plan preestablecido, ocuparme intensa y sistemáticamente de algún tema que absorba y centralice mi vida interior".
El Gramsci prisionero tuvo esperanzas en el socialismo y a pesar de su encierro intento construir algo "para la eternidad". Hoy se conmemoran 86 años, y aunque esa cifra no sea una eternidad, son sin embargo, toda una vida humana... con sus respectivos vicios, pero especialmente con sus virtud.
A la memoria de Antonio.
Para otras lecturas breves: