Por cada muro un lamento
En jerusalén la dorada
Y mil vidas malgastadas
Por cada mandamiento.
Yo soy polvo de tu viento
Y aunque sangro de tu herida,
Y cada piedra querida
Guarda mi amor más profundo,
No hay una piedra en el mundo
Que valga lo que una vida
(Jorge Drexler, Milonga del moro judío)
La antigua visión de Thomas Hobbes
sobre la naturaleza humana -el hombre es un lobo para el hombre- pareciera
tener hoy una vigencia inesperada. Homo hominis lupus, es la frase más clara
para describir la actitud de los políticos de occidente en relación a la
migración[1].
La desconfianza en relación a los
“otros” vuelve a tomar palco en las relaciones internacionales en estos
primeros tres lustros del siglo XXI y el tema de la Seguridad -nacional e
internacional- copa la agenda pública. Este escenario de “inseguridad” se va a
configurar en los hilos del inicio del siglo XXI, y el hito más destacable es
la caída de las Torres Gemelas. Desde
ahí el orden social tomará un giro y la guerra como instrumento político
recobrará todo su potencial en un contexto global.
En el mundo antiguo, por lo
general las principales ciudades estaban amuralladas. Esto debido al estado de guerra permanente o a
lo menos intermitente. Famoso es el caso de la ciudad de Jericó y la historia
bíblica de Josué y el pueblo judío[2]. Por otra parte, las fronteras eran
custodiadas por empalizadas y pircas para controlar el avance de los grupos que
estaban extramuro y por lo tanto lejos del poder hegemónico intramuro.
La muralla como simbolismo[3]
es muy poderoso, pues traza un corte en el suelo natural articulando el espacio
como territorio humano, marcando un adentro y un afuera, un control de los que
entran y los que salen. Los sistemas de
seguridad protegen a los nativos de los otros, los extranjeros.
La época antigua y el medievo fueron prolíficas en
darnos construcciones defensivas, lo que nos muestra materialmente los momentos
de inseguridad por los que se pasaron. La
gran muralla China, los muros de Jerusalén y las defensas romanas de Adriano y
Antonino son ejemplos de este tipo de fortificaciones, en tanto se constituyen
como sistemas de control, defensa y limite.
Más allá del muro están los otros, los distintos.
Para los griegos y romanos, los otros eran los barbaros (en el caso de los
primeros, esos “otros” venían de oriente y principalmente eran identificados en
el Imperio persa. Para los segundos, los
barbaros venían de varias partes, pero principalmente del norte, o sea los
Galos, Germanos, los Anglos, etc.). Para
los reinos cristianos medievales, el otro era el infiel (dentro de su sociedad
ese rol lo representaban los campesinos paganos que vivían lejos de las
ciudades y villorrios; hacia afuera era el mundo árabe que era visto como un moro). Los reyes católicos de España se tomaron muy
enserio el tema y para unir los diversos reinos españoles decidieron expulsar
los árabes de la península ibérica.
Metafóricamente se les impone un muro oceánico para lograr distancia y
control.
En el famoso año de 1492 habían logrado su meta,
incluyendo el sometimiento de los judíos, y esa unidad les permite embarcarse
en la aventura del “Descubrimiento de América”, como se podrá observar todo en
el marco de una política territorialmente expansiva. Al llegar a tierras de la Indias occidentales
y experimentar el contacto con el indígena, la operación de control y
sometimiento se repite. Las nuevas
ciudades son fortificaciones que van repitiéndose en la medida que la conquista
americana se expande hacia el norte y el sur[4].
El mundo moderno, apoyado por el Racionalismo y la
Ilustración prometería la abolición de estas prácticas, pues la razón sería la
mejor herramienta para la regulación social.
Los nuevos aires hablan de derechos, donde los hombres son parte de una
gran fraternidad universal[5].
Las ciudades “modernas” se libraron de
fortificaciones embarazosas y se privilegió el libre tránsito y el desarrollo
del comercio y la banca. Sin embargo,
esto ni ocurrió simultáneamente ni globalmente[6].
Mientras tanto en las zonas fronterizas, no civilizadas, otro gallo
cantaría. La campaña del desierto en la
Pampa argentina o las operaciones del General Custer en Estados Unidos
demuestran que lejos de la sociedad burguesa urbana la violencia de la
separación seguía igual de vigente en un cercano siglo XIX.
De cierta forma, los viejos muros defensivos fueron
reemplazados[7]
por técnicas ofensivas que fueron racionalizadas en el siglo XIX y XX por la
tecnología bélica donde el principio de la
mejor defensa es el ataque[8]
primaría hasta la crisis de los misiles en octubre de 1962[9].
El principio de Carl Von Clausewitz -La guerra es la continuación de
la política por otros medios- y que fuera profundizado por Michel Foucault en
uno de sus cursos del College de France (1976) se aplica bastante bien al tema. Aquí invierte dicho principio y nos entrega
ese filoso análisis: “Frente a la primera hipótesis -que es: el mecanismo del
poder es fundamentalmente y esencialmente la represión-, tendríamos una segunda
hipótesis, que sería el poder es la guerra, es la guerra proseguida por otros
medios. Y en ese momento invertiríamos
la proposición de Clausewitz y diríamos que la política es la continuación de
la guerra por otros medios”[10][11]. Agregaríamos que el paso de la Guerra a la
política y viceversa es muy pequeño.
La mal llamada Guerra Fría desarrolló un imaginario
social bélico de la “Guerra sin conflicto”, habría que precisar sin conflicto
directo entre Estados Unidos y la Unión Soviética, pues las agresiones se
administraban en forma indirecta en una guerra de posiciones estratégicas (La
Guerra de Corea y Vietnam, los golpes militares latinoamericanos, etc. por
parte de Estados Unidos. La construcción
del muro de Berlín, la Guerra en Afganistán y el aplastamiento de movimientos
civiles como en Checoslovaquia por el lado de la U.R.S.S.). Nuevamente la táctica de llevar la guerra a
las fronteras del mundo civilizado.
Para el momento de la caída del muro de Berlín de
1989 y el golpe de estado en la URSS de 1991, se inauguraba una nueva etapa de
Paz (declarada demasiado prematuramente por lo demás) que en autores como
Francis Fukuyama significarían declarar el fin de la historia. Sin embargo, en ese mismo periodo se
desarrollaba la Guerra del Golfo (1990 – 1991), la Guerra de los Balcanes (1991
– 1999), la Guerra del Congo (1996 – 1997 y 1998 -2003), etc.
En la actualidad -y cuando el proyecto moderno aún sobrevive,
pero lleno de incongruencias, fisuras y profundas contradicciones- vuelven a
aparecer nuevos muros que separan a los seres humanos. Tras la celebrada caída del Muro de Berlín se
olvidaba que este muro entre naciones y al interior de naciones seguía vigente
en diversos lugares. El mismo Estados Unidos
gran difusor de este suceso europeo posee una parte amurallada de la frontera
con México. Hoy el más controvertido es el muro levantado por el estado israelí
en la frontera con Cisjordania. Esta
barrera, que tiene cerca de un 10 % de muro de hormigón, plantea un nuevo
Apartheid dificultando el establecimiento de un Estado Palestino soberano. Sin
embargo, la crisis humanitaria en medio oriente y en especial la Guerra en
Siria ha planteado nuevos proyectos de muros para contener la migración hacia
Europa. Las últimas novedades[12]
son el muro que Inglaterra construye en Calais (Francia) para evitar que los
inmigrantes lleguen a las islas británicas y aparecen los proyectos de a lo
menos cinco más. El sistema
internacional hace agua y las escasas respuestas vienen de levantar nuevos
muros. El triunfo de la razón se ha
convertido en jaqueca. La lógica de la Pax Romana -estabilidad a partir de
fuertes sistemas de seguridad- se imponen a nivel global.
Post scriptum
Las elecciones en Estados Unidos siguen aún dando que
hablar, pero lo que más dudas plantea a todo lo ya previamente dicho son las
amenazas del ayer candidato y hoy presidente electo Donald Trump. Durante la campaña presidencial aseguro que
construiría un (nuevo) muro en la frontera con México y para peor obligaría a
los mexicanos a pagarlo. El cómo se
realizaría ese pago no esta tan claro, pero en la lista de promesa a sus
electos esta la expulsión de 3 millones de inmigrantes ilegales. Este capítulo de la historia aún está por
escribirse.
[1] La
frase original es de Plauto, en el siglo III a.C. : “Lupus est homo homini, non
homo, quom qualis sit non novit” y se vuelve central en el análisis que hace el
filósofo inglés Thomas Hobbes sobre la naturaleza humana y la fortificación de
un Estado central poderoso.
[2] “Y
sucederá que cuando toquen un sonido prolongado con el cuerno de carnero, y
ustedes oigan el sonido de la trompeta, todo el pueblo gritará a gran voz, y la
muralla de la ciudad se vendrá abajo. Entonces el pueblo subirá, cada hombre
derecho hacia adelante”. Josué 6:5
[3]
Según la leyenda de la fundación de Roma (año 754 a. C.), para delimitar la
nueva ciudad, Rómulo trazó un recuadro con un arado en lo alto del monte
Palatino y juró que mataría a quien osase traspasarlo. Remo le desobedeció y
cruzó con desprecio la línea, por lo que su hermano le mató y quedó como el
único y primer Rey de Roma.
[4]
Un ejemplo de esto es la ciudad de Cartagena de Indias -Colombia- que fue
fundada en 1533, siendo un importante puerto se convirtió en la ciudad mejor
defendida de las américas producto de su privilegiada ubicación en el
Atlántico. En contraste, durante el año
1598 (un siglo después del primer viaje de Cristóbal Colón) los españoles
resisten un largo asedio mapuche tras los muros de troncos de la Villa-Rica y
que finalmente significaría su aniquilación total. Villarrica se refundaría solo en 1883 y esta
vez en el marco de la República de Chile y la mal llamada “Pacificación de la Araucanía”.
[5]
Del preámbulo de los Derechos del Hombre y el ciudadano de 1793: “Los
Representantes del Pueblo Francés, constituidos en Asamblea Nacional,
considerando que la ignorancia, el olvido o el menosprecio de los derechos del
Hombre son las únicas causas de las calamidades públicas y de la corrupción de
los Gobiernos, han resuelto exponer, en una Declaración solemne, los derechos
naturales, inalienables y sagrados del Hombre, para que esta declaración,
constantemente presente para todos los Miembros del cuerpo social, les recuerde
sin cesar sus derechos y sus deberes”
[6] La
violencia descarnada ya se vivencia a inicios del siglo XIX en las Guerras
napoleónicas y en las guerras independentistas americanas.
[7] No
es tan fácil dar por finalizado los muros.
Nuevos ejemplos de la Primera y la Segunda Guerra mundial nos hace
pensar que la línea amurallada ha tenido mucha vitalidad. La muralla del atlántico es un buen ejemplo
donde los nazis construyeron cerca de 15000 bunkers para la resistencia de un
posible asalto aliado.
[8]
El prusiano Carl Von Clausewitz escribió: “Muchas almas filantrópicas imaginan
una manera artística de desarmar o derrotar al adversario sin excesivo
derramamiento de sangre, y ello es lo que se propondría lograr el arte de la
guerra. Esta es una concepción falsa que
debe ser rechazada, pese a todo lo agradable que pueda parecer. En asuntos tan
peligrosos como la guerra, las ideas falsas inspiradas en el sentimentalismo
son precisamente las peores. Como el uso
máximo de la fuerza no excluye en modo alguno la cooperación de la
inteligencia, el que usa la fuerza con crueldad, por grande que sea, obtiene
ventaja sobre el adversario, siempre que este n la mejor defensa es el ataque o
haga lo mismo”.
[9]
Coincidentemente, es contemporáneo la construcción del Muro de Berlín en 1961.
[10]
Foucault, Michel. Defender la Sociedad.
[11] Hay que ser sinceros, Foucault sólo actualiza un
análisis que los marxistas ya había hecho varias décadas antes -incluyendo a Marx,
Engels y Lenin- sobre el rol instrumental del Estado. En estos últimos el Estado es un instrumento
de la clase dominante para subyugar a la clase proletaria. Incluso el ampliar este concepto de poder al
plano internacional ya había sido considerado también y por ello la importancia
de la lucha internacional de los obreros.
[12]
Septiembre de 2016.