miércoles, 13 de abril de 2016

Internet y comunicación. Realidad y virtualidad en las Redes Sociales.


“La imagen que tengo es de un conjunto de puntos algunos de los cuales están unidos por líneas. Los puntos de la imagen son personas o a veces grupos, y las líneas indican que individuos interactúan mutuamente. Podemos pensar claro está, que el conjunto de la vida  social genera una red de este tipo” (John A. Barnes)

Un escritor húngaro, Frigyes Karinthy en 1929 publico un cuento cuyo nombre es Cadenas.  La visión de este escritor es extraordinaria considerando que lo que él vislumbro es muy parecido (algunos dirán casi profético) a lo que hoy llamamos Globalización e Internet.
El cuento explica que es posible contactar a cualquier persona del mundo a partir de seis eslabones y comunicarse con él.  O sea, en los tiempos modernos, el mundo ha empequeñecido, lo que acelera y potencia las comunicaciones.  Veamos un extracto:
Déjenme ponerlo de esta forma - el planeta tierra nunca ha sido tan pequeño como en la actualidad, el acelerado desarrollo de las comunicaciones lo ha reducido - por supuesto hablando en términos relativos. El tema había estado presente con anterioridad en nuestras conversaciones, pero nunca con tanto detalle como en esta oportunidad.
Hablamos de lo rápido que cualquiera en la tierra, puede saber en pocos minutos lo que yo o cualquier persona piensa, lo que hace, lo que quiere o lo que le gustaría hacer. Si hace años alguien me hubiera dicho que esto sería una realidad, habría pensado que solo sería posible con magia.
Hoy vivimos en una tierra de fantasía, pero me decepciona un poco que esta tierra sea más pequeña de lo que pudiera ser el mundo real.
Chesterton quien retrato el mundo como un pequeño e íntimo universo, siempre estuvo negado a considerar al cosmos como algo realmente grande. Creo que esta idea es muy particular a la luz de los acontecimientos que vivimos en esta nueva era de las comunicaciones. While Chesterton quien renegó de la evolución y la tecnología, tuvo finalmente que verse en la obligación de admitir que el país de fantasía que soñaba podría llegar a través de la revolución científica a la que tan vehementemente se opuso.
Para la sorpresa de un adulto del siglo XXI, ya en 1929 había personas que veían los efectos de la tecnología, especialmente las tecnologías de la comunicación, como las causantes de una revolución de proporciones gigantescas.  Y esto en tiempos donde aún faltaban casi décadas para los primeros experimentos computacionales.
En esa misma década, la Radio comenzaba a mostrar sus primeros efectos y por cierto generando las primeras polémicas sobre la influencia “perniciosa” que podría tener en la juventud.  Revisemos rápidamente los orígenes de la Radio.  Los primeros experimentos exitosos fueron de Nikola Tesla (1856 -1943) dado origen a la transmisión radiofónica. Sin embargo, sería  Guglielmo Marconi (1874 – 1937), quien utilizando varias de las patentes de Tesla, fue reconocido en Europa como el inventor de la Radio en 1897. Su uso experimental siguió durante la primera década del siglo XX y la primera emisora de carácter regular e informativa es la estación 8MK, en la actualidad WWJ de Detroit, Michigan (Estados Unidos), que comenzó sus transmisiones el 20 de agosto de 1920.
A poco andar, ya se notaba el poder asociado a este medio de comunicación.  Para ello recordaremos dos hitos radiales.  En 1921, la transmisión radial de una pelea por el campeonato mundial de pesos pesados fue la primera vez que la audiencia radiofónica de un espectáculo en directo supera el número de personas que lo presenciaban en vivo[1].  O sea, comenzaba a imponerse la “comunidad virtual” sobre la “comunidad real”. El segundo hecho destacable ocurrió en 1938 cuando un joven Orson Welles (1915 – 1985) adaptó la novela La Guerra de los Mundos a un guion de radio. El formato de presentación fue un noticiero que se veía interrumpido por una noticia de última hora, la caída de meteoros que más tarde resultan ser naves extraterrestre.  A pesar de que en dos momentos de la transmisión se explicaba que era sólo una representación, la alarma general comenzó a correr rapidez lo que desembocó en un caso de histeria colectiva porque las personas aseguran estar siendo invadidos por marcianos (En 1949 se presentó la obra en Radio Quito en Ecuador y se volvió a repetir la histeria colectiva). Con ello, la era de los Mass Media quedaba inaugurada.
Prontamente, comenzaron los estudios sobre la comunicación intentando reordenar el asunto.  Principalmente se trataba de comprender como el mensaje de los medios de comunicación era recepcionados por las audiencias y que efectos tenían sobre las masas.  Por ejemplo, desde la Escuela de Chicago, y la corriente interaccionista, se estudia la Radio y el Cine.  Es el caso del sociólogo Herbert Blumer y sus libros Movies and Conduct (1933), Movies, Delinquency, y Crime (1933).  Destaca también la figura de Marshal Mcluhan quien a propósito de estos cambios plantea el concepto de Aldea Global, o sea un planeta empeñecido producto de la difusión de la comunicación, especialmente vía satélite, que interconecta los puntos más remotos de la Tierra. 
“Es cierto que los descubrimientos electromagnéticos han hecho resucitar el "campo" simultáneo en todos los asuntos humanos, de modo que la familia humana vive hoy en las condiciones de "aldea global". Vivimos en un constreñido espacio único, en el que resuenan los tambores de la tribu. Por ello, la preocupación actual por lo "primitivo" es tan trivial como la preocupación del siglo XIX por el progreso, y tan ajena a nuestros problemas.  La nueva interdependencia electrónica vuelve a crear el mundo a imagen de una aldea global”.[2]

Con el correr de las décadas el concepto “Red Social” comienza a tener relevancia teoría.  John A. Barnes fue uno de los primeros en incorporar una perspectiva de redes al análisis de las relaciones interpersonales (1954).  En 1967, el psicólogo Stanley Milgram puso en práctica, o sea en condiciones experimentales lo relato por el cuento de Frigyes Karinthy. Milgram realizó una selección al azar de varias personas del medio oeste norteamericano para que enviaran una postal a un desconocido en Massachusetts. Sorprendentemente la entrega del paquete sólo llevó, como promedio, entre cinco y siete intermediarios.  La teoría de los Seis grados de separación tomaba fuerza.
El concepto de red (social), tiene sus orígenes en la disciplina de la Antropología y su desarrollo ha derivado hacia los grandes temas sociales ligado al análisis organizacional y a la comunicación que fluye entre sus nodos. 
Hoy en día hablar de internet es hablar de Facebook, Instagram, Twitter y otras redes sociales.  Dicho concepto -tan de moda- casi  acapara lo que entendemos por Internet.  Como ya lo hemos visto, no siempre fue así.  La capacidad de establecer estas “redes”, o sea vínculos o lazos virtuales, tienen sus antecesores en la Radio, en el telégrafo, el correo y de cierta forma en los periódicos y los libros[3].
El internet nace en forma experimental a fines de los años 60 del siglo pasado con un enfoque gubernamental en el área de defensa.  Los principios fundamentales de los proyectos estadounidenses eran principalmente crear una red de comunicación “segura” y con capacidad de respuesta rápida, esto en el marco de la Guerra fría y posterior a la Crisis de los misiles.
En el caso chileno, que se une tempranamente a este tipo de experimentos en 1972, busca solucionar los problemas de coordinación de las distintas empresas estatales –en el marco del Gobierno de la Unidad Popular- para la toma de decisiones estratégicas. El proyecto se conoció como Cibersyn consistía en una serie de Telefax comunicados entre sí, enviando y recibiendo información coordinada por una oficina central.
Inclusive la primera versión de Facebook es bastante más humilde que lo que es hoy.  Remitida exclusivamente a los estudiantes de la Universidad de Harvard y con ya clásica opción de “Like” para fotos.  Crecería rápidamente y al año siguiente se desarrollaría en una veintena de otras universidades.  Las “Redes sociales” actuales (el concepto hoy se restringe a las que están en internet) nacen en este siglo (Linkedin y HI5 en 2003, Facebook en el 2004, Youtube en 2005,  Twitter en el 2006, etc.)
Estas comunidades interactúan en tiempo real (con segundos de diferencia) y además funciona sin la copresencialidad física, o sea son comunidades virtuales.  Tienen vida en internet, a partir de “perfiles” que los usuarios construyen y no seriamente con ajuste a la persona real o física.  Conocido son los casos de perfiles “falsos” que se construyen especialmente para engañar o timar.
Bauman se niega a reconocer a estas interacciones como comunicación, serían meros contactos donde muchas veces lo único que comunica es un “Me gusta”.  Vislumbra que nunca en la historia hubo tanta comunicación, y nunca fue tan vacía, tan falta de dialogo.  Es como si al final solo buscáramos escucharnos a nosotros mismos.
Hoy vivimos simultáneamente en dos mundos paralelos y diferentes. Uno, creado por la tecnología online, nos permite transcurrir horas frente a una pantalla. Por otro lado tenemos una vida normal. La otra mitad del día consciente la pasamos en el mundo que, en oposición al mundo online, llamo offline. Según las últimas investigaciones estadísticas, en promedio, cada uno de nosotros pasa siete horas y media delante de la pantalla. Y, paradojalmente, el peligro que yace allí es la propensión de la mayor parte de los internautas a hacer del mundo online una zona ausente de conflictos. Cuando uno camina por la calle en Buenos Aires, en Río de Janeiro, en Venecia o en Roma, no se puede evitar encontrarse con la diversidad de las personas. Uno debe negociar la cohabitación con esa gente de distinto color de piel, de diferentes religiones, diferentes idiomas. No se puede evitar. Pero sí se puede esquivar en Internet. Ahí hay una solución mágica a nuestros problemas. Uno oprime el botón “borrar” y las sensaciones desagradables desaparecen.[4]
El fenómeno de las redes sociales –las comunidades online versus las comunidades offline- pone de manifiesto los cambios que se vienen produciendo en los medios de comunicación de masas.  Antecede con creces la experiencia de internet, sin embargo esta lleva a dicha experiencia a un nuevo plano, realidad virtual interconectada en tiempo real. 
“Internet es el tejido de nuestras vidas en este momento. No es futuro. Es presente. Internet es un medio para todo, que interactúa con el conjunto de la sociedad y, de hecho, a pesar de ser tan reciente, en su forma societal (…) no hace falta explicarlo, porque ya sabemos qué es Internet. Simplemente les recuerdo, para la coherencia de la exposición, que se trata de una red de redes de ordenadores capaces de comunicarse entre ellos. No es otra cosa. Sin embargo, esa tecnología es mucho más que una tecnología. Es un medio de comunicación, de interacción y de organización social”.[5]
En síntesis, las formas de comunicación se transforman; sin la copresencialidad del emisor y el receptor; el dialogo pierde vitalidad y profundidad; la argumentación y la reflexión que llevan tiempo se vuelven superfluos ante un clic como respuesta; la velocidad nos lleva a grados nuevos de incomprensión.  Las redes sociales navegan a la deriva en una lógica de la sociedad del entretenimiento, el gastar el “tiempo” muerto, ocupar nuestro ocio.  Si pensamos que ellas por ser entretenimiento puro, sufren de caducidad, varias de estas redes sociales van  desapareciendo con el paso del tiempo, una de ellas-y que en Chile fuera grito y plata- era fotolog.com[6] fundada en el 2002 y desaparecida el 2015. ¿Debemos ser pesimistas antes estoy cambios tecnológicos? No necesariamente, ya nos hemos visto interpelados por otros medios masivos antes de internet, y aún el fenómenos en su versión masiva (La World Wide Web) es relativamente nuevo. Lo mejor está aún por suceder.





[1] Noventa mil espectadores presenciaron la pelea de box entre el campeón Jack Demsey y el aspirante George Carpentier.  Al menos trescientas mil personas escucharon la pelea por radio. (Tom Chatfield, Como prosperar en la Era digital. 2012)
[2] Marshall Mcluhan. La galaxia gutemberg.
[3] Es esencial para generar una red la interacción social no presencial de los sujetos interconectados. Si con la internet no se depende de la inmediatez personal de los individuos “conectados”, en tiempos anteriores esa audiencia podía interactuar por ejemplo con el envío de cartas al Director en un periódico, o con los llamados telefónicos en los programas de Radio o Televisión.  En el caso de los libros lectores más entusiastas enviaban carta a los escritores.  Famoso es el caso del libro de Simone de Beauvoir con las miles de cartas (en pro y en contra del libro).
[4] Entrevista a Zygmunt Bauman en el diario el Clarín del 06-07-2014
[5] Manuel Castells.  Clase inaugural del programa de doctorado sobre la sociedad de la información y el conocimiento (UOC).
[6] Fotolog era una bitácora lógica de fotografías y con un libro de visitas abierto para dejar mensajes.  Fue un éxito en Chile.

1 comentario:

  1. Buen trabajo presentas un perspectiva de la interactividad comunicacional, estoy realizando un estudio arqueológico-genealógico de la virtualidad y sin duda voy a tomarlo como referencia. José Brito Granmaestro2021@gmail.com (Venezuela)

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