He
comenzado la lectura del libro "Crisis. Cómo reaccionan los países en los
momentos decisivos" de Jared Diamond donde descubrí que uno de los
capítulos desarrollados corresponde al análisis de la "Crisis en
Chile". El Dr. Diamond había estado en nuestro país en 1967, y lo
que vió y lo que sucedió después -la dictadura de Pinochet- lo invita a
reflexionar el caso chileno. Y es que desde los años sesenta las
transformaciones en distintas áreas (productivas, políticas, culturales,
sociales, etc.) han implicado una diversidad de experimentos modernizadores y
los costos de dichos "experimentos" han sido bastante altos.
¿Cómo fue
que se incubó en nuestra sociedad una crisis que hoy se vuelve a manifestar
-(El llamado "Estallido Social")? Esa es una larga y compleja
discusión.
En síntesis,
todas estas ideas me hicieron recordar que en el 2009 había escrito un texto
sobre la Crisis de la Modernidad como multifactorial. Es un texto sencillo,
pero me lleva a reflexionar sobre curso que ha tomado la historia en las dos
últimas décadas. Esto ha ido en aumento, y con la Pandemia global ya no
se sabe bien a donde irá a parar. Por el momento, el pensamiento
reflexivo es nuestro cobijo.
Crisis en la cultura occidental
Introducción
La Cultura occidental es en gran parte el cimiento
del mundo moderno –y postmoderno según como se vea-, su producción cultural ya
sea en el derecho, la filosofía, la política, las artes y la técnica se ligan a
los últimos 400 años de historia del mundo occidental.
Así mismo, la herencia grecorromana nutre las
distintas naciones y a través de los siglos va saliendo de lo estrictamente
Europeo. Es la monarquía Española con la conquista de América que lleva el
legado a un nuevo continente y rápidamente el mundo no occidental “comienza a
serlo”.
Prontamente, las potencias europeas colonizan
América, África, Asia y Oceanía llevando consigo su impronta cultural y también
su fe. Las grandes riquezas naturales de esos territorios viajan a las
metrópolis aumentando la riqueza de los europeos como jamás lo soñaron las
civilizaciones de la antigüedad. Los antiguos sueños de conquista de un
Alejandro Magno o un Julio César fueron opacados por las campañas bélicas de un
Napoleón Bonaparte o un Adolf Hitler. Así el sueño de un mundo ordenado por la
razón, donde los filósofos gobernaran se fue deformando hasta hacer que castas
industrial-militares se fueran apropiando de las naciones.
Desarrollo
El siglo XX significó el triunfo del mundo occidental, las guerras
mundiales y la guerra fría transformó el mundo y doblaron la mano a grandes
países orientales, los cuales debieron unirse a la lógica del Capitalismo y las
repúblicas de democracia representativa.
Finalmente, un gran proceso cultural ha dado la forma final al orden
mundial. Me refiero a la Globalización. El cual si bien ha sido un largo
proceso de llevar la cultura occidental a todo el mundo se ha visto acelerado
producto de la comunicación satelital y la Internet.
Los valores sociales, culturales y morales han viajado a los distintos rincones
de todo el mundo y desde hace décadas las últimas comunidades indígenas más
apartadas se han ido incorporando a los modelos eurocéntricos.
Se puede destacar que la Globalización ha tendido a uniformar las
diversidades culturales tan propias del mundo hasta el siglo XIX, llevando su
sistema político, económico y de creencias.
Veamos estos tres aspectos brevemente.
La Democracia como dictadura de
las “mayorías”: El sistema democrático no
goza de buena salud de hace décadas, el Estado Nación se ha ido rompiendo por
diversos factores –nómbrese aquí a los capitales transnacionales y la crisis
económicas cíclicas- ningún país está en condiciones de poder dar un poder real
a sus ciudadanos dado el “poder virtual” que poseen los Grandes capitales que
imponen a candidatos de turno de acuerdo a fines no tan conocidos por las
grandes mayorías. Las dobles agendas de las élites políticas han corrompido
nuestros sistemas. Eso no ha evitado que
políticos de las “grandes democracias mundiales” como el Gobierno de George
Bush hijo obligara a los países intervenidos en medio oriente a hacerse
gobernar por sistemas políticos basados en la “libertad” y la “democracia”.
Hoy en día, las distintas minorías étnicas,
etáreas, sexuales y de género dejan a un alto porcentaje de la población no
representada. (Un ejemplo en Chile son los jóvenes, como no participan del
sistema electoral los que participan representan solo al 60% del electorado
potencial).
El Neoliberalismo como la crisis
del Capital: A través del Bando Mundial y
el Fondo Monetario Mundial todos los países que desean contar con su apoyo
económico deben generar políticas liberales. Tanto en sus políticas monetarias
como las del mercado del trabajo buscan la flexibilidad propia del “dejar
hacer”. Si bien esto suena bien, tenemos actores más adelantados que otros por
lo que ni un llamado a la moral y las buenas costumbres (propias de las
sociedades burguesas) es útil. Solo recordemos a las grandes cadenas de
farmacias que confabulan secretamente en perjuicio directo de los ciudadanos.
(con los años se sumaron otras como la de
“los pollos”, y la de “el Confort”). Los
trabajadores no pueden sindicalizarse ni reclamar derechos, por otra parte los
gobiernos domestican a través de subsidios y bonos atrayendo clientelas
políticas.
La Crisis valórico y la Crisis de
la Fe o la Cristiandad como la Religión Universal versus el Racionalismo
escéptico: La Razón y la Fe (Cristiana)
han luchado desde la ilustración por “liberar” al Hombre, cada uno a través de
un complejo sistema de creencias han creído (valga la redundancia de esto) que
pueden salvar nuestra alma o a lo menos nuestra existencia. Sin embargo, el
vacío del hombre actual demuestra que ni los viejos valores adecuados a
versiones bastantes convenientes de las “sagradas escrituras” ni los ateos
racionalistas han logrado entregarnos las certezas necesarias en el devenir
humano. Más bien, hoy la gente se encuentra una diversidad de experiencias espirituales a
veces por lo demás solo exóticas. Claramente, el momento actual demuestra un
giro que comienza a darse en término de creencias ya que la posible existencia
de vida en otros planetas complejiza las respuestas simples dadas hasta ahora.
Conclusión
El desgaste del mundo occidental se debe a su propia afán de devorar
todo a su alrededor, el hombre moderno europeo se creyó en la necesidad de ir
por el mundo llevando sus ideas y valores sin contemplar siquiera la posibilidad de ajustarlo a los
territorios donde fueron. Es cosa de ver a las comunidades pehuenches
vivenciando el pentecostalismo, sólo posible gracias a nuestra bien ponderada
Globalización.
Pero las continuas crisis de gobernabilidad, el ataque desde el margen
de sectores separatistas, dogmáticos y fundamentalistas, los antimodernistas,
etc. han demostrado que es imposible un Orden Mundial uniforme sin el poder de
las armas. Por más novedosas que sean las modas, los juguetes o los programas
de T.V. nadie quiere dejar sus viejas costumbres porque sí. Más falta
evidenciar la capacidad de coerción y manipulación para lograrlo, ¿y si se
logra a quién beneficia? Podrá este gran castillo de naipes no caerse mientras
formamos la nueva Roma, tan iluminada y tan manchada de sangre como la
anterior?
La Crisis de la Cultura Occidental para mi está latente en el proyecto
posmoderno, que si bien busca liberar al hombre de las garras de la
racionalidad extrema y con ajuste a fines, en la práctica nos derivó a un
hedonismo e individualismo extremo y nos entrega a las garras del consumo.
La esperanza como siempre está en la alternativa, en los proyectos
locales, en lo microorganizacional (a veces en lo comunitario), pero sobre todo
en la capacidad de hacer consciente todos esos procesos que intentan
mantenernos esclavos de una cultura que a nosotros mismo los chilenos no nos
reconoce como occidentales, ¿o no se habían dado cuenta?