Los medios de comunicación actuales tienen la característica de ser masivos, instantáneos y veloces. Nos traen información desde los más diversos rincones del mundo en una gran gama de plataformas, algunas más democráticas que otras. Es interesante como nuestra jornada diaria esta la mayor parte acompañada por algún medio de comunicación masivo, o sea los hemos dejado entrar a la intimidad de nuestros hogares o sitios de trabajo y nadie se ha quejado por tal intromisión.
Suelo comprar el diario los fines de semana y leerlo, mientras estoy recostado en mi cama acompañado de mi bebida favorita, el té. Manipular las hojas de papel ya resultan un deleite, por un cariño a los libros adquirido desde mis primeros años. La experiencia de leer el diario, por ende, me es muy cómoda y grata. Se puede decir que con los años se ha convertido en parte de mí.
Como también soy aficionado a la internet, buceo en diversas plataformas noticiosas y voy revisando la información que está disponible. Sin filtro alguno, internet se convierte en un oceano escabroso para nadar en solitario. Por ello, se han diseñado rutas que abrevian la experiencia y pasamos de Google, a Youtube o Wikipedia en fracciones de segundos. El espacio más actual -Facebook- es la herramienta favorita en Chile y Latinoamérica porque interconecta los espacios anteriores, o sea en mi "Muro" puedo interactuar con motores de búsqueda, reproductores de videos o revistas online.
Esto suena muy bien, porque aparte de comunicarme con los amigos que se encuentran en otras partes puedo literalmente "navegar" por la información. Eso es bienvenido para un investigador.
Sin embargo, lo que llega a la Red ha sido por lo general filtrado, censurado, manipulado. Hay muchísima información basura, y también mucha de ella expuesta sin criterio de calidad o cualquier otro. En este ambiente virtual de hoy crecen los niños y adolescentes de nuestras ciudades, que sin un acompañamiento de adultos (padres o profesores) tienen a su alcance (de un clic) tanta información que puede entregar una magnifica experiencia como una totalmente opuesta.
Más allá de esto, la ideología que subyace a la Internet ("Todo a la distancia de un clic") es profundamente cuestionable. Creer que dar un "Me gusta" en una pagina modifica la realidad es ingenuo y peor aun inmoviliza a los sujetos en la "realidad real". Hay quienes actúan como profundos filósofos en la "realidad virtual", pero en la práctica dictan mucho de serlo. Es que de a poco comenzamos a visualizar que esta plataformas tipo redes sociales tienen un alcance identitario y vienen a ser una proyección de mi identidad, una falsa identidad, una identidad virtual.
Esta extensión de la identidad es masiva, instantánea y también fugaz. Vemos como nuestros amigos en la red, pasan de estados eufóricos a estados melancólicos, y pensamos que esos estados de ánimos son reales. Los furibundos en el chat, los asumimos como furibundos en la realidad real. Sin embargo, las redes sociales son un muy buen espacio para las máscaras y los transformismos.
Con cada vez más tiempo dedicado al ciberespacio y la realidad virtual, cada vez más nuestras interacciones sociales van dirigidas en relación a esas identidades virtuales (falsas identidades opino yo), pero que de tanto dirigir nuestra atención a ellas se van volviendo la más importante.
Entiendo que Marshall Mcluhan se refiere a este sentido de la tecnología -como proyección de ser- servomecanismos, "Situando nuestros cuerpos físicos en el centro de nuestros sistemas nerviosos ampliados con la ayuda de los medios electrónicos, iniciamos una dinámica por la cual todas las categorías anteriores, que son meras extensiones de nuestro cuerpo, incluidas las ciudades, podrán traducirse en sistemas de información". La interconexión entre la maquina y el hombre ya existe, sin embargo no nos hemos dado cuenta.
Esta extensión de la identidad es masiva, instantánea y también fugaz. Vemos como nuestros amigos en la red, pasan de estados eufóricos a estados melancólicos, y pensamos que esos estados de ánimos son reales. Los furibundos en el chat, los asumimos como furibundos en la realidad real. Sin embargo, las redes sociales son un muy buen espacio para las máscaras y los transformismos.
Con cada vez más tiempo dedicado al ciberespacio y la realidad virtual, cada vez más nuestras interacciones sociales van dirigidas en relación a esas identidades virtuales (falsas identidades opino yo), pero que de tanto dirigir nuestra atención a ellas se van volviendo la más importante.
Entiendo que Marshall Mcluhan se refiere a este sentido de la tecnología -como proyección de ser- servomecanismos, "Situando nuestros cuerpos físicos en el centro de nuestros sistemas nerviosos ampliados con la ayuda de los medios electrónicos, iniciamos una dinámica por la cual todas las categorías anteriores, que son meras extensiones de nuestro cuerpo, incluidas las ciudades, podrán traducirse en sistemas de información". La interconexión entre la maquina y el hombre ya existe, sin embargo no nos hemos dado cuenta.
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