martes, 28 de octubre de 2014

De Sujetos Proteicos a Sujetos integrales. Los ciudadanos y los problemas locales

Proteo, un ser mitológico griego tenía la habilidad de cambiar de formas, cual personaje de la serie X-men, nos da la idea del sentido que nos llega la palabra hoy: "Hombre que cambia frecuentemente de ideas y afectos".
                Jeremy Rifkin -sociólogo estadounidense, nacido en 1943- en su libro La Era del acceso, utiliza la expresión Sujeto proteico como, "los jóvenes de la nueva generación (que) se encuentran muy cómodos dirigiendo negocios y desarrollando su actividad social en los mundos del comercio electrónico y el ciberespacio, y se adaptan con facilidad a los múltiples mundos simulados que configuran la economía cultural. El suyo es un mundo más teatral que ideológico y más orientado por un ethos del juego que por un ethos del trabajo. Para ellos el acceso es una forma de vida y aunque la propiedad es importante, aún lo es más estar conectados (...) Son la primera generación de la era del acceso".



                La idea de un sujeto sin anclaje social, con una moralidad individualista, desprovista de mayores compromisos colectivos ha sido discutida desde hace más de una década.  Bauman la denomina "Identidad liquida", entendiendo la liquidez como una metáfora que intenta también dar cuenta de la precariedad de los vínculos humanos en una sociedad individualista y privatizada, marcada por el carácter transitorio y volátil de sus relaciones.
                Esta "moral light" basada en el individualismo, el consumismo y la competencia, distancia a los sujetos y los lanza uno contra otros.  Se lucha por escalar en el trabajo, en la escuela y en las calles. Luego de más de veinte años de democracia neoliberal, la generación proteica comienza a tener relevancia en espacios laborales y también educativos, por eso es importante el cambio educacional, por lo que eso significa, un regreso o mejor dicho un avance hacia un sujeto más integral. O sea un sujeto en complitud, en su globalidad.
                Este excesivo relativismo moral, situacionalista, pero principalmente radicado en el interes personal, es producto de la Racionalidad con ajustes a fines, ya planteada hace un siglo por Max Weber. Si nuestra acción solo se conduce por dicho tipo de racionalidad, la experiencia humana se ve parcializada, reducida.

                No es necesario ser un apocalíptico, un pesimismo, para ver las dificultades que nos muestra el presente.  Sin embargo, en este mar de incertidumbres también comienzan a parecer las posibilidades del futuro. Un sujeto integral cuyo anclaje moral este provisto de los ideales humanista, pero con una interpretación post-racionalista, o sea que no este limitado por la razón instrumental.

Libro "La Era del acceso" de Jeremy Rifkin
Libro "Identidad" de Z. Bauman

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