"Vivimos en un
mundo hipersaturado, hiperbarroco, en el que no hay vacío ni silencio, una
sociedad de ciegos auditivos y sordos visuales"
(Carlos Cruz Diez)
Existimos en la sociedad del
estimulo sensorial, de las luces, brillos y colores; de perfumes, aromas y fetideces; de música, ruidos y faltos de silencios.
En suma en un mundo Híper-barroco.
Nuestros sentidos son invadidos desde que suena el despertador al
amanecer y a medida que pasa el día
estos estímulos van en aumento. Fuertes
olores de las actividades productivas y comerciales, altos decibeles del transporte
y la construcción, luces de neón, publicidad multicolor. Los ejemplos sobran.
Prenda un televisor y mire los
programas actuales, del contenido más diverso, variopinto y colorido. Los noticiarios no muestran
"noticias" sino realidades". Los programas de farándula nos
muestras a las personas del espectáculo "como a simples
mortales". La "realidad"
inunda la televisión, la televisión inunda la "realidad".
Con una rápida lectura a la
prensa farandulera nos enteramos que los cantantes, animadores, actrices y
periodistas son humanos muy parecidos a nosotros. También sufren por amores y por cierto por el
dinero.
Podríamos decir, que la
estimulación vende y vende muy bien.
Amplio mercado tiene el café, el alcohol y los cigarrillos. Eso en el mercado legal, en el ilegal -la
mayor parte de la oferta y demanda de los estímulos sensoriales- se puede comprar la parecer lo que se quiera.
Allí emerge el comercio sexual más diverso y la amplia cartera de las drogas
duras.
Por eso el bling-bling, el
cotillón, las tachas y el animal print se vienen bien a la moda. Hace rato pasamos el oscurantismo de los
noventa con la moda grunge o anti-style , ahora todo es exageración y
extravagancia, es estampado, flúor y filigrana.
En el caso de la cultura, el
libro es si mismo es exiliado, para dar paso a formatos más dinámicos como el
e-book -que todavía preserva la experiencia "real" en una versión
"virtual". Sin embargo, internet nos ofrece un conocimiento en hiper
texto, así como la televisión nos ofrece la experiencia en segunda
pantalla. Estimulo tras estimulo.
La vida es llevada a límites
muy interesantes y también muy grotescos.
Es la provocación como forma de descubrimiento y conocimiento, otras veces
es solo provocar por provocar. En la mayor de las veces esta cultura
hiper-barroca es un buen negocio, basada en el despilfarro donde buscamos que
las existencias cotidianas sean parecidas al ejercicio de ver televisión, si
nos aburre cambiamos de canal. Allí
surge la "Sociedad del aburrimiento", todo estimulo nuevo es
divertido, pero su repetición, el convertirse en un acto cotidiano produce a
mediano o largo plazo la abulia, la apatía y el desinterés. Una de las aéreas afectadas es la afectividad
que de tanto ensayo y error cansa y el sujeto posmoderno se cansa de las
relaciones estables, para toda la vida y monógamas y busque la brevedad, la
falta de compromiso y la diversidad (la política de los afectos del touch and
go).
Por ello, la respuesta a esta
forma de concebir la existencia se encuentra en el Estilo de Vida instantáneo,
donde las identidades sociales se construyen con dos cucharaditas, azúcar y
revolver. En un mundo global podemos
jugar a ser quien queramos (punkies, hippies, headbanggers, neonazis, etc.) sin
serlo nunca, sin embargo el consumo nos genera la sensación de estar siéndolo. Un ejemplo de ello, es la comercialización de
la polera con ese rostro tan altivo de Ernesto "Che" Guevara, el uso
de esa polera me acerca a la experiencia de la identidad "Rebelde",
el consumo de música, alimentos particulares me llevan a esa identidad sin
serlo.
Los desafíos para construir un
"Yo" estable son muy altos en un mundo híper-barroco, de la
estimulación permanente. Cristalizar una
identidad, pasar de los liquido a lo solido en el sentido de Bauman, es
altamente frustrante para la generación proteica.
Todo un desafío para los padres y la educación.
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