martes, 28 de octubre de 2014

En un mundo Híper-barroco

"Vivimos en un mundo hipersaturado, hiperbarroco, en el que no hay vacío ni silencio, una sociedad de ciegos auditivos y sordos visuales"
(Carlos Cruz Diez)

Existimos en la sociedad del estimulo sensorial, de las luces, brillos y colores; de perfumes, aromas y  fetideces; de música, ruidos y faltos  de silencios.  En suma en un mundo Híper-barroco.  Nuestros sentidos son invadidos desde que suena el despertador al amanecer y  a medida que pasa el día estos estímulos van en aumento.  Fuertes olores de las actividades productivas y comerciales, altos decibeles del transporte y la construcción, luces de neón, publicidad multicolor.  Los ejemplos sobran.
Prenda un televisor y mire los programas actuales, del contenido más diverso, variopinto y colorido.  Los noticiarios no muestran "noticias" sino realidades". Los programas de farándula nos muestras a las personas del espectáculo "como a simples mortales".  La "realidad" inunda la televisión, la televisión inunda la "realidad".
Con una rápida lectura a la prensa farandulera nos enteramos que los cantantes, animadores, actrices y periodistas son humanos muy parecidos a nosotros.  También sufren por amores y por cierto por el dinero.
Podríamos decir, que la estimulación vende y vende muy bien.  Amplio mercado tiene el café, el alcohol y los cigarrillos.  Eso en el mercado legal, en el ilegal -la mayor parte de la oferta y demanda de los estímulos sensoriales-  se puede comprar la parecer lo que se quiera. Allí emerge el comercio sexual más diverso y la amplia cartera de las drogas duras.
Por eso el bling-bling, el cotillón, las tachas y el animal print se vienen bien a la moda.  Hace rato pasamos el oscurantismo de los noventa con la moda grunge o anti-style , ahora todo es exageración y extravagancia, es estampado, flúor y filigrana.
En el caso de la cultura, el libro es si mismo es exiliado, para dar paso a formatos más dinámicos como el e-book -que todavía preserva la experiencia "real" en una versión "virtual". Sin embargo, internet nos ofrece un conocimiento en hiper texto, así como la televisión nos ofrece la experiencia en segunda pantalla.  Estimulo tras estimulo.
La vida es llevada a límites muy interesantes y también muy grotescos.  Es la provocación como forma de descubrimiento y conocimiento, otras veces es solo provocar por provocar. En la mayor de las veces esta cultura hiper-barroca es un buen negocio, basada en el despilfarro donde buscamos que las existencias cotidianas sean parecidas al ejercicio de ver televisión, si nos aburre cambiamos de canal.  Allí surge la "Sociedad del aburrimiento", todo estimulo nuevo es divertido, pero su repetición, el convertirse en un acto cotidiano produce a mediano o largo plazo la abulia, la apatía y el desinterés.  Una de las aéreas afectadas es la afectividad que de tanto ensayo y error cansa y el sujeto posmoderno se cansa de las relaciones estables, para toda la vida y monógamas y busque la brevedad, la falta de compromiso y la diversidad (la política de los afectos del touch and go).
Por ello, la respuesta a esta forma de concebir la existencia se encuentra en el Estilo de Vida instantáneo, donde las identidades sociales se construyen con dos cucharaditas, azúcar y revolver.  En un mundo global podemos jugar a ser quien queramos (punkies, hippies, headbanggers, neonazis, etc.) sin serlo nunca, sin embargo el consumo nos genera la sensación de estar siéndolo.  Un ejemplo de ello, es la comercialización de la polera con ese rostro tan altivo de Ernesto "Che" Guevara, el uso de esa polera me acerca a la experiencia de la identidad "Rebelde", el consumo de música, alimentos particulares me llevan a esa identidad sin serlo.

Los desafíos para construir un "Yo" estable son muy altos en un mundo híper-barroco, de la estimulación permanente.  Cristalizar una identidad, pasar de los liquido a lo solido en el sentido de Bauman, es altamente frustrante para la generación proteica.  Todo un desafío para los padres y la educación.

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