martes, 28 de octubre de 2014

Terror en la democracia global (parte I)


Asistimos a un momento donde el confort de vida moderna no tiene comparación a otros momentos del pasado.  Y es que el desarrollo civilizatorio -como lo llaman algunos- de occidente alcanza niveles inimaginables hace 50 o más años.
Debido al centralismo de conceptos como calidad de vida, bienestar, confortabilidad, ciertas experiencias sobre la "dureza" (o rudeza) de la vida humana anterior han comenzado a ser percibidas más bien como periféricas, marginales y por cierto no deseables.  Las condiciones de vida de los sectores trabajadores de hoy son muy distantes a las experiencias del año 1900, la educación pública permitió el desarrollo del amplio grupo de la clase media.  Es incuestionable esta realidad de mayor riqueza material, de la cual podríamos discutir distintas aristas, como ¿a qué costo? ¿si es distribuida por igual las riquezas alcanzadas por nuestras sociedades? ¿o si es suficiente mayor riqueza material para alcanzar el desarrollo o bienestar social?
Sin embargo, no pretendo debatir aquí sobre crecimiento económico y desigualdad social en nuestra sociedad.  La reflexión que pretendo ir desarrollando se debe a la asociación entre democracia y terrorismo, o sea los actos de violencia con objetivo de causar terror en sociedades donde el bienestar y la tranquilidad es "garantizada"[1] por sistema político mismo.
Los Estados modernos se constituyen como aparatos políticos que buscan asegurar el Orden y el Progreso social, así emergen luego del caos de las revoluciones del siglo XIX en el caso latinoamericano.  Dicho "Orden" es más bien ideológico que práctico, porque el aparato estatal decimonónico dista mucho de tener poder para ejercer control dentro de su territorio[2].  Digo ideológico porque nos hemos generado una autoimagen de republicanos que nunca fue tal[3], y que hoy funciona como parámetro para la Gobernabilidad política.
Si de sinceridad se trata, deberíamos reconocer que por una parte los Estados nacionales han alcanzado niveles medianamente regresivos para ejercer control, especialmente en lo que se refiere a sus riquezas naturales o la capacidad de activar la empleabilidad por falta de empresas estatales que disminuyan los preocupantes niveles de cesantía del nuevo milenio.  Los aparatos estatales son incapaces de poder dar solución a las problemáticas de salud pública, educación pública y seguridad pública, por que el Estado de hoy es uno de características neoliberales, que da amplio espacio a lo privado.  Soluciones como contratar servicios privados de salud si los hospitales públicos no dan abasto con sus listas de espera es el mejor ejemplo de cómo se soluciona la problemática desde un enfoque neoliberal, otro tanto se nos ofrece con los colegios particulares subvencionados.  Luego estas prácticas privatizadoras son santificadas por expertos sociales que dan prueba de ello vía encuestas o pruebas cuantitativas que son interpretadas con bastante maña.
Entonces para encuadrar la discusión, debemos señalar que Terrorismo es un acto político y que ocurre en nuestras sociedades "democráticas" cuyo principal aparato político es el Estado neoliberal.  Dicha institucionalidad coquetea con el Estado policial, pero en nuestro caso está lejos de serlo pues eso implica desarrollar agencias públicas las cuales siempre son sospechosas para la derecha (y la izquierda sospecha de ellas por darle "más poder al poder").
¿Cómo se accionará contra el Terrorismo en un Estado donde lo público es desprestigiado por intervencionista, por burocrático, por "baja calidad", por ser muy "izquierdista" u otro mito ideológico? ¿Cómo trabajar el tema sin avalar un Estado policial -que restringe las libertades individuales-,  pero afrontando un riesgo latente en las sociedades que buscar el bienestar y tranquilidad vía consumo?
También es parte del contexto, que la definición de Terrorismo viene de la ley, y dicha ley -la 18.314- fue elaborada bajo las necesidades de un Gobierno dictatorial que veía terroristas en todas aquellas personas que no compartieran su visión del Chile del futuro.[4]
Sociológicamente, el fenómeno Terrorismo es difícil definir en forma clara -objetiva si quieren algunos- porque una de sus principales características es infundir terror en la población civil.  Veamos lo dicho por el sociólogo Anthony Giddens.  "Se trata de un término notoriamente difícil de definir.  Una de las cuestiones atañe a las diferentes valoraciones morales que las personas tienen del terrorismo y de los terroristas.  Suele decirse que <<quien para unos es terrorista, para otros es un luchador por la libertad>>.  También es bien sabido que quienes fueron terroristas en algún momento de sus vidas pueden después llegar a condenar el terror tan enérgicamente como lo practicaban" agrega además que "parece prudente restringir la noción de terrorismo a aquellos grupos u organizaciones que actúan fuera del Estado. De otra manera, el concepto se aproxima demasiado al de guerra más general.  A pesar de los problemas señalados, muchos creen que puede darse con una definición neutral.  Podemos definir terrorismo como <<aquella acción (por parte de una organización no estatal) (...) que pretende causar la muerte o daños físicos graves a civiles o no combatientes, cuando el propósito de dicha acción, por su naturaleza o por sus circunstancias, es intimidar a la población, o forzar a un gobierno o una organización internacional a realizar o abstenerse de realizar cualquier acto"[5].
Para Giddens existiría dos tipos de terrorismo, los de la vieja y la nueva escuela.  El primero se encuentra relacionado con los inicios del nacionalismo y con el establecimiento de las naciones territorialmente soberanas.  En general, el terrorismo de la vieja escuela se relaciona con naciones sin estado y que buscan hacerse del control del Estado en esos territorios.  El de la nueva escuela la visión es global, por ello la búsqueda de reivindicaciones no se limita a un territorio delimitado[6].




[1] Sobre la cuestión de la Seguridad en el Chile contemporáneo, podremos presentar como paradigmático el esfuerzo de la Unión Demócrata Independiente por instalar el tema de la "Seguridad ciudadana", ya no publica, desde los años noventas.  Es así como en 1992 nace la Fundación Paz ciudadana presidida por Agustín Edwards, cuyo principal tema es la delincuencia.
[2] En Chile bástenos la situación de la frontera de la Araucanía.  En 1818 se declara la independencia y todo el territorio al sur del Bío-Bío no estaba integrado a la Republica, al poco tiempo se integra Valdivia y Chiloé, pero el territorio mapuche se demorará hasta 1883, cuando finalice la mal llamada "Pacificación de la araucanía".
[3] Para el caso chileno, "una tradición democrática ininterrumpida" por 200 años -con la excepción, según algunos, de la dictadura militar- el resto ha sido miel sobre hojuelas.  Esto implica olvidar las guerras civiles del siglo XIX, las matanzas obreras de principio del siglo XX, la sublevación de la marinería, el seguro obrero, la persecución de los comunistas, y varios etcéteras.
[4] Sobre el carácter refundacional de la Dictadura militar hay diversos ejemplos, como instituir la fecha del 11 de septiembre como un feriado que conmemoraba el día de la Unidad Nacional.  Las monedas y estampillas de la época recogen el imaginario de desarrollo por los "ideólogos de la dictadura" en la imagen de la dama de la libertad rompiendo sus cadenas.  Otro pilar fundamental del espíritu refundacional, fue la idea temprana de crear una nueva constitución.
[5] Anthony Giddens.  Sociología.  Alianza editores.  Madrid, 2006.
[6] Giddens, op. cit.

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