Asistimos a un momento donde
el confort de vida moderna no tiene comparación a otros momentos del
pasado. Y es que el desarrollo
civilizatorio -como lo llaman algunos- de occidente alcanza niveles
inimaginables hace 50 o más años.
Debido al centralismo de
conceptos como calidad de vida, bienestar, confortabilidad, ciertas
experiencias sobre la "dureza" (o rudeza) de la vida humana anterior
han comenzado a ser percibidas más bien como periféricas, marginales y por
cierto no deseables. Las condiciones de
vida de los sectores trabajadores de hoy son muy distantes a las experiencias
del año 1900, la educación pública permitió el desarrollo del amplio grupo de
la clase media. Es incuestionable esta
realidad de mayor riqueza material, de la cual podríamos discutir distintas
aristas, como ¿a qué costo? ¿si es distribuida por igual las riquezas
alcanzadas por nuestras sociedades? ¿o si es suficiente mayor riqueza material
para alcanzar el desarrollo o bienestar social?
Sin embargo, no pretendo
debatir aquí sobre crecimiento económico y desigualdad social en nuestra
sociedad. La reflexión que pretendo ir
desarrollando se debe a la asociación entre democracia y terrorismo, o sea los
actos de violencia con objetivo de causar terror en sociedades donde el
bienestar y la tranquilidad es "garantizada"[1] por
sistema político mismo.
Los Estados modernos se
constituyen como aparatos políticos que buscan asegurar el Orden y el Progreso
social, así emergen luego del caos de las revoluciones del siglo XIX en el caso
latinoamericano. Dicho "Orden"
es más bien ideológico que práctico, porque el aparato estatal decimonónico
dista mucho de tener poder para ejercer control dentro de su territorio[2]. Digo ideológico porque nos hemos generado una
autoimagen de republicanos que nunca fue tal[3], y que
hoy funciona como parámetro para la Gobernabilidad política.
Si de sinceridad se trata,
deberíamos reconocer que por una parte los Estados nacionales han alcanzado
niveles medianamente regresivos para ejercer control, especialmente en lo que
se refiere a sus riquezas naturales o la capacidad de activar la empleabilidad
por falta de empresas estatales que disminuyan los preocupantes niveles de
cesantía del nuevo milenio. Los aparatos
estatales son incapaces de poder dar solución a las problemáticas de salud
pública, educación pública y seguridad pública, por que el Estado de hoy es uno
de características neoliberales, que da amplio espacio a lo privado. Soluciones como contratar servicios privados
de salud si los hospitales públicos no dan abasto con sus listas de espera es
el mejor ejemplo de cómo se soluciona la problemática desde un enfoque
neoliberal, otro tanto se nos ofrece con los colegios particulares
subvencionados. Luego estas prácticas
privatizadoras son santificadas por expertos sociales que dan prueba de ello
vía encuestas o pruebas cuantitativas que son interpretadas con bastante maña.
Entonces para encuadrar la
discusión, debemos señalar que Terrorismo es un acto político y que ocurre en
nuestras sociedades "democráticas" cuyo principal aparato político es
el Estado neoliberal. Dicha
institucionalidad coquetea con el Estado policial, pero en nuestro caso está
lejos de serlo pues eso implica desarrollar agencias públicas las cuales
siempre son sospechosas para la derecha (y la izquierda sospecha de ellas por
darle "más poder al poder").
¿Cómo se accionará contra el
Terrorismo en un Estado donde lo público es desprestigiado por
intervencionista, por burocrático, por "baja calidad", por ser muy
"izquierdista" u otro mito ideológico? ¿Cómo trabajar el tema sin
avalar un Estado policial -que restringe las libertades individuales-, pero afrontando un riesgo latente en las
sociedades que buscar el bienestar y tranquilidad vía consumo?
También es parte del contexto,
que la definición de Terrorismo viene de la ley, y dicha ley -la 18.314- fue
elaborada bajo las necesidades de un Gobierno dictatorial que veía terroristas
en todas aquellas personas que no compartieran su visión del Chile del futuro.[4]
Sociológicamente, el fenómeno
Terrorismo es difícil definir en forma clara -objetiva si quieren algunos-
porque una de sus principales características es infundir terror en la
población civil. Veamos lo dicho por el sociólogo
Anthony Giddens. "Se trata de un
término notoriamente difícil de definir.
Una de las cuestiones atañe a las diferentes valoraciones morales que
las personas tienen del terrorismo y de los terroristas. Suele decirse que <<quien para unos es
terrorista, para otros es un luchador por la libertad>>. También es bien sabido que quienes fueron
terroristas en algún momento de sus vidas pueden después llegar a condenar el
terror tan enérgicamente como lo practicaban" agrega además que
"parece prudente restringir la noción de terrorismo a aquellos grupos u
organizaciones que actúan fuera del Estado. De otra manera, el concepto se
aproxima demasiado al de guerra más general.
A pesar de los problemas señalados, muchos creen que puede darse con una
definición neutral. Podemos definir
terrorismo como <<aquella acción (por parte de una organización no
estatal) (...) que pretende causar la muerte o daños físicos graves a civiles o
no combatientes, cuando el propósito de dicha acción, por su naturaleza o por
sus circunstancias, es intimidar a la población, o forzar a un gobierno o una
organización internacional a realizar o abstenerse de realizar cualquier
acto"[5].
Para Giddens existiría dos
tipos de terrorismo, los de la vieja y la nueva escuela. El primero se encuentra relacionado con los
inicios del nacionalismo y con el establecimiento de las naciones
territorialmente soberanas. En general,
el terrorismo de la vieja escuela se relaciona con naciones sin estado y que
buscan hacerse del control del Estado en esos territorios. El de la nueva escuela la visión es global,
por ello la búsqueda de reivindicaciones no se limita a un territorio
delimitado[6].
[1] Sobre la
cuestión de la Seguridad en el Chile contemporáneo, podremos presentar como
paradigmático el esfuerzo de la Unión Demócrata Independiente por instalar el
tema de la "Seguridad ciudadana", ya no publica, desde los años
noventas. Es así como en 1992 nace la
Fundación Paz ciudadana presidida por Agustín Edwards, cuyo principal tema es
la delincuencia.
[2] En Chile
bástenos la situación de la frontera de la Araucanía. En 1818 se declara la independencia y todo el
territorio al sur del Bío-Bío no estaba integrado a la Republica, al poco
tiempo se integra Valdivia y Chiloé, pero el territorio mapuche se demorará
hasta 1883, cuando finalice la mal llamada "Pacificación de la
araucanía".
[3] Para el
caso chileno, "una tradición democrática ininterrumpida" por 200 años
-con la excepción, según algunos, de la dictadura militar- el resto ha sido
miel sobre hojuelas. Esto implica
olvidar las guerras civiles del siglo XIX, las matanzas obreras de principio
del siglo XX, la sublevación de la marinería, el seguro obrero, la persecución
de los comunistas, y varios etcéteras.
[4]
Sobre el carácter refundacional de la Dictadura militar hay diversos ejemplos,
como instituir la fecha del 11 de septiembre como un feriado que conmemoraba el
día de la Unidad Nacional. Las monedas y
estampillas de la época recogen el imaginario de desarrollo por los
"ideólogos de la dictadura" en la imagen de la dama de la libertad
rompiendo sus cadenas. Otro pilar
fundamental del espíritu refundacional, fue la idea temprana de crear una nueva
constitución.
[5]
Anthony Giddens. Sociología. Alianza editores. Madrid, 2006.
[6]
Giddens, op. cit.
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