El sociólogo Loic Wacquant nos presenta una interesante reflexión
sobre los modelos penitenciarios a partir de una revisión del Programa policial
"Tolerancia cero" de Nueva York.
En su libro "Cárceles de la miseria" nos presenta el paso de
un Estado Providencia a un Estado Penitencia, o sea la disminución de intervención
del estado en el área social y económica para un aumento en el área de
seguridad (policial y penal). Es el
notable abandono del modelo de Estado de bienestar para la llegada del Estado
policial.
"A la manera de un buen padre de familia que actuó
durante demasiado tiempo con ternura y tolerancia, en lo sucesivo el Estado
providencia europeo debería adelgazar y luego obrar con severidad con sus
fieles disipados y elevar "la seguridad", definida estrechamente en
términos físicos y no de riesgos de vida (salarial, social, médico, educativo,
etcétera), al rango de prioridad de la acción pública".
El caso chileno no es distinto, con la finalización de la
dictadura militar han existido múltiples intentos por evitar el afianzamiento
de una democracia participativa y el mantenimiento de una democracia
protegida. Tal como lo indica la constitución
de 1980, las Fuerzas Armas y de Orden tienen el rol de ser garantes de la institucionalidad
nacional.
Seria Joaquín Lavín el encargado de instituir una versión
chilena del "Tolerancia cero" como alcalde de la comuna de Santiago.
Y su partido, la UDI, la de politizar el tema de la de la seguridad
(ciudadana). Desde allí, la delincuencia se ha convertido en uno de los
principales temas del debate público nacional, esto en menoscabo de otro tipo de
seguridades como la laboral, sanitarias, medioambientales, etc.
Es que el concepto de
"Seguridad" ha evolucionado desde que apareciera durante la
Revolución Francesa como "Orden Público" en el artículo 9 de la
Declaración de los derechos del Hombre y el ciudadano. "Nadie puede ser inquietado por sus
opiniones, incluso las religiosas, siempre y cuando su manifestación no altere
el orden público establecido por la ley".
En ese sentido, el Orden Publico es
la limitante de la libertad individual para el mantenimiento de la vida en
sociedad, es el sometimiento al Contrato Social de J.J. Rousseau para la
construcción del modelo de sociedad republicana.
El concepto de Orden público, fuertemente relacionado con
las respectivas Fuerzas de Orden (Policías), ha entrado en las ultimas décadas
en desuso y ha sido reemplazado por el de Seguridad ciudadana con una fuerte
impronta hacia los delitos a la propiedad y con su contrapartida del
reforzamiento tanto de las policías como los sistemas de Seguridad privada.
Estas imposiciones en las agendas nacionales no han
tenido grandes contrapartidas desde la ciudadanía, la cual con breves interrupciones
ha permanecido ajena a estas discusiones y transformaciones. Básicamente en los
primeros veinte años del regreso a la democracia los ciudadanos no se vieron impelidos
en su mayoría a contraponer sus ideas en contra del sistema político, quien actuó
con gran autonomía para aplicar la lógica de la Seguridad ciudadana. De hecho las pocas expresiones desde la
sociedad civil son la creación de fundaciones como Paz ciudadana cercana al
mundo empresarial y político. Esta nace
a poco andar de la vuelta a la democracia y su primer presidente fue Agustín
Edwards E. -dueño del Diario El Mercurio- quien en el acto inaugural dijo:
"Resulta fácil culpar a otros del aumento de la delincuencia, pero si no
estamos nosotros mismos dedicados a la tarea de combatirla, no podremos avanzar
en la imperiosa labor de eliminarla de nuestra sociedad".
En los ciudadanos comunes y
corrientes pasa muy poco. Autores como
Jeremy Rifkin, en La era del acceso, nos plantea la llegada de los Sujetos
proteicos. "La era del acceso también llega
con un nuevo tipo de ser humano. Los jóvenes de la nueva generación «proteica»
se encuentran muy cómodos dirigiendo negocios y desarrollando su actividad
social en los mundos del comercio electrónico y el ciberespacio, y se adaptan
con facilidad a los múltiples mundos simulados que configuran la economía
cultural. El suyo es un mundo más teatral que ideológico y más orientado por un
ethos del juego
que por un ethos del
trabajo".
Es lo que también presenta Néstor García Canclini en su
libro "Ciudadanos y consumidores" de 1995. En su primer capítulo nos
muestra los cambios sufridos por las sociedades occidentales en tanto surge una
segunda modernidad o definitivamente una posmodernidad, y como su titulo lo
indica un abandono de su rol de Ciudadano para asumir un nuevo rol como
consumidor.
"Hombres y mujeres perciben que muchas de las preguntas
propias de los ciudadanos -a dónde pertenezco y qué derechos me dan, cómo puedo
informarme, quién representa mis intereses- se contestan más en el consumo
privado de bienes y de los medios masivos que en las reglas abstractas de la
democracia o en la participación colectiva en espacios públicos".
Esta imagen de la sociedad pareciera estar cambian en
tanto el sentido de autoridad del mundo político y las instituciones en general
se continua debilidad con escándalos diversos.
Aún tímidamente, comienza a emerger un sentimiento de indignación que
conllevan los primeros pasos hacia tentativas de movilización social. Lo que ocurra de ello todavía está por verse.
Página Web Pazciudadana
Conferencia de Loic Wacquant en Chile
Néstor García Canclini, Consumidores y ciudadanos
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Néstor García Canclini, Consumidores y ciudadanos