lunes, 13 de abril de 2015

Perdidos en la noche

Polémica ha causado en las redes sociales el personaje central de la miniserie "Pérdidos en la noche" de TVN.  Aparece un Daniel Zamudio más "real", más común y corriente, más parecido a otros jóvenes de su edad, menos heroico que el de las noticias o el de los discursos parlamentarios para promulgar la ley antidiscriminación.
En esencia, ha significado bajarle del cielo estrellado, vuelto humano a regresado a parecernos desagradable, a lo menos incómodo, porque lo vemos como nuestros prejuicios quieren que lo veamos, un "queer", un desviado.
Patricio Hidalgo desde Quinto Poder nos dice, "Quienes quieren negar la humanidad de Daniel (constituida, como todos, por sus debilidades e imperfecciones) para proteger su imagen, no entienden la potencia de lo que su nombre significa, que es precisamente lo contrario: no importa tu imagen, tu biografía, tu identidad, a la hora de defender tu derecho a ser como quieras ser".

En el caso de Daniel, a partir de su humanidad no aceptada, lo hemos deshumanizado. Le despojamos de su ser.  Casi lo hacemos responsable de lo que le paso, "eso le paso porque se lo andaba buscando".  Siendo así no sólo los cuatro chicos que lo atacaron serían los culpables, sino la sociedad chilena en general se ha hecho cómplice en su violencia homofóbica. 
Este ejercicio descalificador ha sido estudio desde las Ciencias Sociales y los Estudios de Género para resolver la interrogante, ¿por qué la sociedad necesita de injuriar al distinto? ¿por qué la "mayoría" necesita vilipendiar a las "minorías"?.  Las respuestas han sido variadas.  Por una parte aparece el concepto de Heteronormatividad, asociando a las normas sociales de la cultura patriarcal,  o sea, el sentido de la norma protege las conductas heterosexuales y recrimina toda otra conducta sexual.  En segundo término, podemos destacar la visión performativa del género, o dicho de forma más simple "Ser hombres" o "Ser mujeres" es una fabricación producto de la cultura y la historia.
En las redes sociales se puede ver la discusión de si lo ocurrido fue un crimen de odio, parece difícil no serlo. Es que el reflejo del espejo de lo social nos devuelve una imagen horrorosa, tal como el retrato de Dorian Grey, mientras él disfruta de un rostro fresco y alegre, su yo interior vil y bellaco se refleja en la pintura.  Así el Chile profundo no es aquel invento de una sociedad solidaria o ejemplo de democracia, sino una sociedad embrutecida por prejuicios arcaicos, que demonizan a los que no son iguales a la "mayoría", donde los casos de femicidios no son pocos y de cada tanto mueren jóvenes por no ser lo esperado.
Según Movilh Joven en su Encuesta sobre educación sexual y discriminación 2012 nos plantea que "el 39 por ciento ha conocido de casos concretos de discriminación hacia la diversidad sexual. Por último, sólo el 33,2 reporta que “siempre (12%) o a veces (21.2%)” se sanciona a los responsables de los atropellos".
Desde la sociología estos cambios y desajustes no son ninguna novedad, son propios de los ires y venires de complejas transformaciones culturales propias de la globalización.  La modernización económica -especialmente la apertura comercial- obliga a cierta pluralidad cultural para invitarnos al consumo diverso.  Sin embargo, los grupos más conservadores reaccionan en muchos casos con inusitada virulencia como lo grafica el discurso trasnochado del Pastor Soto hacia la homosexualidad. 

En un país donde toda lucha que reivindique lo colectivo es sinónimo de comunismo, las luchas sociales del Chile actual son a partir de la individualidad, lo privado y la intimidad.  Es cosa de revisar los proyectos emblemáticos de reformas sociales (Acuerdo de unión civil, aborto terapéutico y una reforma educacional más bien orientada hacia las personas que un proyecto país). Visto así la lucha por la libertad sexual es una lucha revolucionaria.  Pues al asumir el poder que implica la sexualidad, implica asumir ese poder para transformarlo en autonomía y autodeterminación, así mismo implica una apertura social en una sociedad culturalmente provinciana y pacata.   Pareciera que todo tema de cambios culturales pasa por dar importancia a la educación, pero no cualquiera sino una educación para la diversidad.

3 comentarios:

  1. no he visto la serie pero he escuchado varios comentarios sobre el trato que le dan a Zamudio, la figura de Daniel Zamudio se ha convertido en un emblema de lucha para la no discriminación y la personificación que han echo de él sirve a ese fin, se trata de dar el discurso de que no queremos que a una persona tan maravillosa como él le pueda volver a ocurrir lo que le pasó y en ese discurso perdemos el objetivo de la lucha contra la discriminación, los derechos de las personas deben ser defendidos en todos los casos, no importa si es el mayor pensador de la humanidad o el más grande saco de wea que ha pisado el planeta, y a mucha gente le ha molestado todos los defectos que se presentan a Zamudio ya que sienten que no se puede defender los derechos de un ser que no sea perfecto

    Javier Isla

    ResponderBorrar
  2. Me parece que en el Chile de hoy hay muchas cosas que deberían cambiarse, no mejorarse, cambiarse; Y con esto por ejemplo me refiero al afán que tiene la televisión para soslayar y presentar "la verdad" "el modo de hacer las cosas", "el como decir las cosas". Me molesta el que casos como el de Zamudio sean los precursores de cambios en Chile, vivimos de gobiernos que no previenen, parchan y no siempre de la mejor manera. de pronto este tipo de problemáticas me dan la impresión que son un mero dulce que se arroja para poder gobernar en paz, pero que pasa por ej con el gran tema de fondo, la educación. ¿se nos tiene que obligar por ley a no marginar y maltratar al otro? ¿que pasa que no podemos convivir en paz? todos tenemos derechos pero de pronto se nos olvidan estas normas básicas de la vida en comunidad.

    ResponderBorrar
  3. Volviendo a leer tu comentario, pienso lo debilitado que esta el pacto social en Chile. Como la desconfianza hacia el otro esta instalada firmemente y la ambición y el exitismo son metas poderosas para la llamada Clase Media. Sino podemos ponernos de acuerdo no hay posibilidad de desarrollo social, todo lo otro son fuegos artificiales. Lo esencial, el respeto al otro, se ha gastado luego de décadas tratándonos como enemigos.

    ResponderBorrar