lunes, 29 de junio de 2015
La "Stultifera Navis" en Chile
Variados han sido los personajes que los grupos hegemonicas han considera como detestables en el Chile del siglo XX. Sujetos de tal calaña que su sola existencia no es deseable. Dignos de tal etiqueta han sido los homosexuales y los comunistas. Nuestra historia indica la existencia de persecuciones de dichos grupos y a un nivel casi mitología el uso de la llamada "Stultifera Navis".
Para el lector ambientado en las ciencias sociales, puede que le sea conocido esta figura mitológica a través del filosofo Michel Foucault.
jueves, 25 de junio de 2015
Cuerpos y medios de comunicación
“El cuerpo, moldeado por el contexto social y cultural en el
que se sumerge el acto, es ese vector semántico por medio del cual se construye
la evidencia de la relación con el mundo: actividades perceptivas, pero también
la expresión de los sentimientos, las convenciones de los ritos de los ritos de
interacción, gestuales y expresivos, la puesta en escena de la apariencia, los
juegos sutiles de la seducción, las técnicas corporales, elentrenamiento
físico, la relación con el sufrimiento y el dolor, etc.” (David Le Breton)
Los medios de comunicación audiovisual tienen una forma muy
particular de (re)presentar los cuerpos humanos. Es un cuerpo mediatizado,
estructurado a partir de ciertas tomas de cámara, luces de reflectores y
maquillajes especializados. Y no solo
aspectos técnicos intervienen en el performance televisivo, además por su
connotación social aparecen ciertos prestigios y reconocimiento que separan a
dichos cuerpos de la (re)presentación del resto de las personas. Cierta aura mística se les reconoce en tanto
reciben la etiqueta de estrellas[1],
lo que simbólicamente los hace “superiores”.
La máxima explotación del cuerpo -como herramienta televisiva
del raiting- es en las mujeres las cuales se ajustan por exigencia o
autoexigencia a canones de belleza más estrictos que los hombres. Delgadez, vestuario
de moda, a veces exhibicionismo, la mayoría de las veces juventud, etc. son los
componentes para la construcción de programas televisivos, donde los espacios
para personas mayores de 50 años (incluso ya los cuarentones comienza a
disminuir) son escasos.
Teleseries y programas de entretenimiento apelan a la figura
de una mujer como condición sine qua non. Se trata de destacar estereotipos fáciles en su representación (fenotipo
europeo, delgadez, etc.) sin embargo difíciles de alcanzar y que proyecta
cierta exigencia para las mujeres “normales” que no son partes de la
televisión. De cierta forma, la belleza
femenina es cercenada, puesta en vitrina y cuantificada para el consumo
televisivo y lascivo. Es la pérdida del sentido de unicidad en el cuerpo de la
mujer, donde cámara estructura tomadas enfocadas en la formas, en las curvas,
deconstruyéndose la persona para dar paso a la parte. Es tal la actitud “moderna” al cuerpo, que
voces disconformes a esta realidad exageradamente sexista son vistas como
conservadoras o puritanas, y dichas actitudes no calzan muy bien con el correr
del siglo XXI, y se exige en la pantalla chica mostrar piel como condición
asumida por el medio.
El culto al cuerpo nos ha acompañado en occidente desde los
antiguos griegos, especialmente el cuerpo de la mujer. Sin embargo, los medios de comunicación de
masas, especialmente la televisión y actualmente internet han amplificado este
“culto” a la esfera planetaria, moldeando y disciplinando a las personas. En tiempos de Facebook, las fotografías y
videos de personas de la farándula fluyen por el ciberespacio las 24 horas y
los 7 días de la semana. Las redes
sociales dan cierto sentido de cercanía con conductores televisivos por lo que
los comentarios de las personas ejercen cierta influencia especialmente en los
más jóvenes de la TV. La sobreexposición
pronto cobra su cuota y jóvenes mujeres ven pasar sobre su vida verdaderas
“tormentas”.
Este culto levanta a personas a categoría de estrellas a
actores, comunicadores, deportistas quienes son celebrados y honrados. Las posibilidades de caer en desgracia son
permanentes y como dice el dicho “mientras más alto más grande es la caída”. Un ejemplo de caída desde el cielo de las
estrellas fue el futbolista Arturo Vidal que en plena Copa América choco su automóvil
en evidente estado de ebriedad. A pesar
de los múltiples apoyos, la condena fue muy masiva y mediatizada.
Sin embargo el caso del comunicador Jean Philipe Cretton y su
polémica barba hípster son un ejemplo de las presiones que existen sobre el
cuerpo mediatizado de los “rostros” televisivos[2].
Para cerrar el tema dejamos aquí un testimonio interesante de una de esas
mismas figuras planteando su caso por Twitter:
"No debiese ponerme grave con un tema tan -
supuestamente - frívolo, pero dada la majadería de algunos pocos, creo que
amerita mayor reflexión.
Mi trabajo está en las comunicaciones, por eso, estoy sujeto
a que ustedes, con razón lo juzguen y evalúen, porque es público.
Mi pega la hago con cariño, dedicación y pasión.
Cuando usted siente que tiene potestad de decidir como yo
debo lucir ante usted, no hace más que relativizar mi trabajo y obligarme a
parecer un pedazo de carne acéfalo, estéticamente digerible, para estar en la
norma social que usted cree pertinente.
Peleamos por una sociedad más inclusiva, respetuosa y justa.
Si usted considera que por aparecer en la tele, no debiese ser como soy y verme
como usted manda, entonces, retrocedemos en el tiempo y todas nuestras batallas
pierden sentido.
Si mi look no es de su agrado, agradecería reservara sus
comentarios, ya que en nada contribuyen a mi realización personal y
profesional.
Opinemos menos del resto y preocupémonos de ser mejores.
Con cariño se despide, un barbón tatuado, que da la
casualidad, es conductor de programas en televisión"
Las críticas a su imagen "alternativa" en los
medios de comunicación
Estudio: "Valor de un rostro" de Adimark GFK
[1]
Las etiquetas que reciben estas personas destacadas en los ambientes
faranduleros son variadas: “Rostro”, “Figura”, “Estrella”, “Astro” y los un
poco más antiguos diva, galán. En un
sentido colectivo se habla en los setentas y ochentas del “Jet set” y hoy de la “Farándula”.
[2] De
una forma sútil Radio Bío-Bío lo plantea como un “atrevimiento” de parte de
Jean Philippe Cretton. “La larga barba del comunicador ha despertado todo tipo
de comentarios en las redes sociales. Mientras algunos defienden su
atrevimiento, otros le piden que la corte.
En un primer momento, el mismo animador se burlaba de su look, incluso
publicó una imagen de su antes y después, pero al parecer los comentarios y
bromas sobre su imagen dejaron de parecerle graciosos”.
jueves, 18 de junio de 2015
La Batalla por el cuerpo. Consumo, género y poder
“Cuando la confesión no es espontánea ni impuesta por
algún imperativo interior, se la arranca; se la descubre en el alma o se la
arranca al cuerpo.”
(Michel Foucault)
Nuestra existencia humana es
inimaginable sin nuestro cuerpo, y sin embargo durante las experiencias
cotidianas demostramos con los actos que tenemos actitudes hacia él que van
desde el olvido hasta el desprecio y el odio.
Por ello es que partimos de la idea de una batalla por el cuerpo, el que
es un verdadero “champs de bataille”.
El cuerpo no es solo un complejo biológico,
sino que además es social. Desde que nacemos el cuerpo en desarrollo es
intervenido por la cultura. Las
soluciones a cuestiones tan esenciales como la alimentación o el abrigo varían
de sociedad en sociedad y de época en época.
Hablar del cuerpo implicar pensar en la vestimenta, la sexualidad, en
los sistemas de castigos, en los trastornos alimenticios o la joyería, una gama muy amplia de problemáticas
y aun así no ha tenido mucha preocupación sobre él en los estudios académicos.
Michel Foucault es parte del cambio de enfoque donde el cuerpo se vuelve
epicentro de la discusión teórica (“Vigilar y Castigar” e “Historia de la
sexualidad”)
Si hacemos un poco de historia no
hay que extrañarse que tal descuido pueda historiarse en los orígenes mismos
del mundo occidental. Nuestro conocido filósofo griego Platón (427 – 347 a.c.)
plantea la existencia de un dualismo (cuerpo y alma) donde el cuerpo es cercano
a las necesidades y preocupaciones mundanas y el alma representa lo
elevado. En última instancia el cuerpo actúa
como un impedimento del alma, es su cárcel. Esta particular visión platónica del
cuerpo es transmitida por la Iglesia católica, que identificará al cuerpo con
el pecado. Esta doctrina evangelizará a América
vía conquista-colonia española y portuguesa.
La modernidad como proceso
emancipador de las costumbres del pasado, no logra superar las ataduras que
represento la Iglesia y sus doctrinas en relación al cuerpo y el pecado. El Estado asume el disciplinamiento de las masas
y los aparatos a cargo de ello son la Escuela y el Ejercito (Althusser). Habría que agregar que el trabajo también. O sea que nuestro cuerpo si bien ve
disminuida la presión de la Iglesia sobre él, ve aumentados las “estructuras”
que lo utilizan como campo de batalla discursivo.
No es extraño ver como los cuerpos
son espoloneados en la escuela a través de la gimnasia, en el trabajo por la “racionalidad”
de los movimientos (Frederick Taylor, Henry Ford) y en el ejército con las marchas
y los entrenamientos. Quizás la última
gran exaltación –no por ello disciplinamiento y control- fueron las
concentraciones nazis y las Olimpiadas de Berlín en 1938. De cierta forma, el mundo posguerra se rebela
ante todo esto en sus diversos movimientos sociales. Una reivindicación actual sobre el derecho a
que la mujer decida sobre sí misma en el caso del aborto o la lucha de las
minorías sexuales son proclamaciones de cuerpos autónomas más allá del Estado,
la Iglesia y otras estructuras de poder.
La batalla no ha finalizado, es
muy temprano para pensar que el retroceso de dichos centros de poder no den
paso a otras formas de poder, como el mercado (Acoso laboral) o simplemente los
pares (recordemos el énfasis microsocial de fenómenos como el bullying, la
anorexia, la bulimia,). Al final, en este
mundo llamado posmoderno por algunos, falto de certidumbres y multiplicado en
riesgos, el cuerpo se ve tensionado especialmente por el si-mismo, el ego. Aquí es donde el consumo, un elemento que la mayoría
no identificaría con el control social, disciplina a la masa en sus gustos a partir
de la oferta de modas y de estilos accesible para quienes pueden pagar.
La moda, lo sabemos desde los
tiempos de George Simmel, son los gustos de la clase alta que permeabilizan a
las otras clases sociales. El acceso a “estar
a la moda” tiene un coste monetario y dichos estilos se cristalizan en una
puesta en escena a través de los cuerpos.
La lucha de la identidad se expresa en vestuarios, accesorios, marcas
que sean visibles para los otros. En
mundo que se mueve a alta velocidad, la “puesta en escena” de la identidad
permite conocer al otro sin realmente conocerlo.
domingo, 14 de junio de 2015
Maldita Moda
"La moda reivindica el derecho individual de
valorizar lo efímero."
(Coco Chanel)
Tres elementos esenciales se
combinan en la moda como prácticas culturales de las sociedades occidentales:
la estética, el tiempo y el dinero.
Las sociedades han construido
ideales estéticos porque todas de una manera u otra han reverenciado la
belleza. Sin embargo, “¿qué es bello?”
debe ser contextualizado en un momento y lugar, pues dichos patrones de belleza
han variado con el correr del tiempo. En
relación a la actualidad, algunos de esos patrones básicos son la imagen
juvenil (algo así como la eterna juventud), la delgadez como estructura
corporal y los estereotipos occidentales-globalizados (gustos que remiten a
iconos culturales estadounidenses y europeos).
En cuanto al dinero no
parece muy distinto a otros tantos
productos entregados al mercado del consumo (procesos fabriles, publicidad,
sistemas crediticios, bodegajes, transporte, etc.), donde la cantidad de
dólares que se mueven son gigantescas, y la ideologización de los productos se
promueven gracias a la publicidad y los medios de comunicación. Como nunca la publicidad busca persuadir por
todos los medios.
En el relación al tiempo, la moda
sufre profundamente de fecha de término.
Las prendas de vestir, están construida de tal forma que para el próximo
año se vean extemporáneas y con el correr de los años cada vez más anacrónicas
e incluso ridículas. Ya sea por el
cambio de colores, telas y texturas, todo va cambiando de temporada en
temporada, y aun así algo permanece, lo
barroco de los gustos del siglo XXI.
Estos tres elementos (lo estético,
lo temporal y lo pecuniario) se combinan para dar, en manos de un diseñador las
mercancías de temporada. Si observamos cualquier prenda, por ejemplo un
pantalón de mujer, este va variando con los años. Por ejemplo la cintura del
pantalón se dinamiza con los años pasando de un corte a la cadera o la cintura,
si es mezclilla tradicional, de color, desgastada, estampada o decolorada,
pierna recta o ajustada, con bolsillos o sin ellos, costuras o no a la vista,
etc. El vaivén de estos elementos va constituyen agrupaciones particulares que
se van entendiendo como estilos al combinarlos con ciertas prendas.
Seguramente, algún lector
recatado sentirá lo superfluo de la moda.
Sin embargo, no tiene nada de superfluo.
La moda y el diseño asociado, es un producto de la cultura material de
una sociedad por lo que los estilos “de moda” están en concordancias con otros
productos culturales como la música, las artes visuales, el cine, la
literatura, la filosofía y aunque parezca extraño, la política.
Un ejemplo claro de esto último
se puede visualizar en la ropa utilizada durante la revolución china. El uso del uniforme militar y el uniforme
obrero-campesino no solo son una solución a bajo costo del problema de vestir a
un pueblo de millones de personas, sino que a la vez es un acto discursivo. La uniformidad en el vestir se ha utilizado
en distintos lugares y momentos del siglo XX.
Ya fueran los estilizados uniformes de las SS nazis, o las camisas
pardas de los seguidores de Mussolini, la ropa ha dado identidad y sentido de
pertenencia a los más diversos movimientos políticos y sociales, integrando y también
diferenciando.
La moda es algo volátil, por lo
mismo parece ser tan propia de tiempos fugaces como los nuestros. La ropa va adquiriendo un sentido cada vez
más desechable, y por lo mismo disfrutamos de tener una “prenda favorita”. Palabras como “Avance de temporada”, “Liquidación”,
“Remate”, “Sin interés”, y otras tantas son parte del lenguaje técnico de ir de
compras, siempre amenizados por los estilos de moda.
La moda femenina es la más fugaz
de toda, pues de cierta forma el cuerpo de la mujer es un campo de batalla para
el poder y la ideología. El control
sobre ellas se ejerce en un consumo de vanguardia y mucho más exigente que el
masculino. Sin embargo, los hombres
comienzan tentarse por disfrutar de la moda y placer que puede ejercer las compras
y el “vitrinear”, aunque a muchos no les gustará de confesar eso.
Extractos de Victimas de la moda de Guillaume Erner
Instituto de Sociología de la Moda
Pagina12 Las teorías de la moda
Revista-catalogo One Book
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lunes, 8 de junio de 2015
Hacia un nuevo pacto social
El mes de Mayo de 2015 ha
significado una nueva efervescencia social. Las calles de Santiago, Valparaíso,
Concepción y otras ciudades han visto nuevamente a los estudiantes y los
ciudadanos marchar por la educación y otros temas. Se han movilizado
profesores, trabajadores de las aduanas y el gremio de salud se encuentra
alerta. Las demandas de lo real vuelven
a tener urgencia.
Sin embargo, el marco general de
estos hechos es aún más complejo. No
sólo aparecen en el horizonte social demandas aisladas e inconexas, es un
modelo de sociedad que hace agua. Es un avanzar hacia “no sabes dónde, ni por
qué”.
Marzo de 2014. Asumía el mando
Michelle Bachelet, y por segunda vez. Si
bien es electa con un alto porcentaje de los votos, pena sobre sus hombros la
baja participación. Los slogans de
campaña no impactan a los chilenos y todos saben que es carrera ganada. Es un triunfo que huele a decepción, y en
general la reconversión de la Concertación en Nueva Mayoría no produce encanto
ni épica. Algunos bromean llamándola “Nueva
Pillería”. La desconfianza en los
políticos está latente.
Bachelet se propone en sus
primeros 100 días demostrar que hay un programa de profundas reformas -ha
llegado el momento de los cambios estructurales- hay amenazas de pasar la
retroexcavadora a aquellos que quieran impedirlo. Los primeros choques entre
Gobierno y oposición parecen demostrar que hay entusiasmo y confianza de parte
de aquellos que no están conformes con lo que entrega el modelo, las
discusiones sobre la reforma tributaria y educacional, afrontan el dilema si
habrá o no reforma laboral. Y los dimes y diretes aumentan, hasta que la Nueva
Mayoría comienza demostrar que no todos están convencidos y se producen las
primeras distancias, quitadas de saludos y sonrisas de dientes de león. Poco a poco, la orquesta pierde su sonido
común, y algunos instrumentistas desean ganar protagonismo.
La primera reforma aprobada es la
tributaria, y no deja de sorprender que tan reforma no es, que principalmente
afecta a la clase media y de gravar a las grandes empresas hay poco. ¿Y qué
diablos era eso del FUT?
El ritmo acelerado del gobierno
se va perdiendo con los meses, esos movimientos agitados pro reforma dan paso a
discusiones y alegatos confusos y desordenados, la gente común poco entiende y
parece vivir un recogimiento hacia su vida privada como tantas veces ha
ocurrido estos últimos 25 años. Con el
alejamiento de Piñera de la Moneda, se había perdido ese elemento aglutinador
que invito a tanto chileno o chilena a cuestionar o simplemente reírse del
poder y las piñericosas. La realidad del
2014 fue más fría hasta que apareció la discusión sobre la educación, y ni
tanto.
Marzo de 2015, se destapa la olla
de grillos. Son procesados los
ejecutivos de Penta y de pronto el ambiente político arde. Aparece el concepto
de boletas ideologicamente falsas y el fantasma de la corrupción a pasearse por
las grandes alamedas. La UDI es la más
afectada esos primeros días, hasta que Sebastián Davalos cae, y la presidenta
nos informa que se entero por los medios de comunicación de la tristemente
famosa historia de CAVAL.
Es necesario confesar que es
difícil seguir una historia con tanta sigla, que SQM, que UDI, que SII; en fin
todo un proceso legal que vuelve a los ciudadanos a reaccionar de su tedio, que
los saca de su rol de clientes-consumidores y los vuelca a la arena
política. El modelo hace agua ya hace
años, pero solo hoy nos atrevemos a decirlo en voz alta.
Es por ello que Chile debe
transitar hacia un nuevo Pacto Social, son los ciudadanos los llamados a
ponernos de acuerdo de cómo queremos que el país se desarrolle. Es el ejercicio de discutir cómo debe ser
nuestro futuro como sociedad, ya que el presente sigue siendo un producto gris de la larga sombra de la dictadura, es el trago
amargo que se nos repite de tanto en tanto.
Construir un nuevo pacto implica
responsabilidad y participación.
Cuestiones que están al debe en las prácticas ciudadanas actuales. Si bien, la utilización de marchas y mitines
políticos en la actualidad nos ha despertado de la siesta provinciana, estas
parecen más llevadas por un espíritu reactivo que reformista. Algunos lo han
entendido muy bien y se comienzan a organizar para derribar la Constitución del
80, de características ilegitimas en lo fundacional y legitimada
lamentablemente por la exconcertación.
Y es que del Pacto que hablamos,
en un sentido de contrato rousseauniano, es lo esencial para el desarrollo
republicano. No hay democracia sin
participación, y si los políticos no quieren entender eso la crisis se ira
haciendo cada vez más profunda. La
soberanía popular es piso para construir sociedad y Estado, sin embargo en
Chile siempre han existido argumentos restrictivos para limitar la
participación social y política de sus ciudadanos, desde el “Peso de la noche”
portaliano, hasta la “democracia de los acuerdos” de la vieja concertación.
El momento de hoy, en crisis y
desconfianza es el momento proposición para recomenzar, refundar los pactos
sociales que nos lleven un país igualitario, libre y fraternos en este siglo
XXI.
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