lunes, 8 de junio de 2015

Hacia un nuevo pacto social


El mes de Mayo de 2015 ha significado una nueva efervescencia social. Las calles de Santiago, Valparaíso, Concepción y otras ciudades han visto nuevamente a los estudiantes y los ciudadanos marchar por la educación y otros temas. Se han movilizado profesores, trabajadores de las aduanas y el gremio de salud se encuentra alerta.  Las demandas de lo real vuelven a tener urgencia.
Sin embargo, el marco general de estos hechos es aún más complejo.  No sólo aparecen en el horizonte social demandas aisladas e inconexas, es un modelo de sociedad que hace agua. Es un avanzar hacia “no sabes dónde, ni por qué”.
Marzo de 2014. Asumía el mando Michelle Bachelet, y por segunda vez.  Si bien es electa con un alto porcentaje de los votos, pena sobre sus hombros la baja participación.  Los slogans de campaña no impactan a los chilenos y todos saben que es carrera ganada.  Es un triunfo que huele a decepción, y en general la reconversión de la Concertación en Nueva Mayoría no produce encanto ni épica.  Algunos bromean llamándola “Nueva Pillería”.  La desconfianza en los políticos está latente.
Bachelet se propone en sus primeros 100 días demostrar que hay un programa de profundas reformas -ha llegado el momento de los cambios estructurales- hay amenazas de pasar la retroexcavadora a aquellos que quieran impedirlo. Los primeros choques entre Gobierno y oposición parecen demostrar que hay entusiasmo y confianza de parte de aquellos que no están conformes con lo que entrega el modelo, las discusiones sobre la reforma tributaria y educacional, afrontan el dilema si habrá o no reforma laboral. Y los dimes y diretes aumentan, hasta que la Nueva Mayoría comienza demostrar que no todos están convencidos y se producen las primeras distancias, quitadas de saludos y sonrisas de dientes de león.  Poco a poco, la orquesta pierde su sonido común, y algunos instrumentistas desean ganar protagonismo.
La primera reforma aprobada es la tributaria, y no deja de sorprender que tan reforma no es, que principalmente afecta a la clase media y de gravar a las grandes empresas hay poco. ¿Y qué diablos era eso del FUT?
El ritmo acelerado del gobierno se va perdiendo con los meses, esos movimientos agitados pro reforma dan paso a discusiones y alegatos confusos y desordenados, la gente común poco entiende y parece vivir un recogimiento hacia su vida privada como tantas veces ha ocurrido estos últimos 25 años.  Con el alejamiento de Piñera de la Moneda, se había perdido ese elemento aglutinador que invito a tanto chileno o chilena a cuestionar o simplemente reírse del poder y las piñericosas.  La realidad del 2014 fue más fría hasta que apareció la discusión sobre la educación, y ni tanto.
Marzo de 2015, se destapa la olla de grillos.  Son procesados los ejecutivos de Penta y de pronto el ambiente político arde. Aparece el concepto de boletas ideologicamente falsas y el fantasma de la corrupción a pasearse por las grandes alamedas.  La UDI es la más afectada esos primeros días, hasta que Sebastián Davalos cae, y la presidenta nos informa que se entero por los medios de comunicación de la tristemente famosa historia de CAVAL.
Es necesario confesar que es difícil seguir una historia con tanta sigla, que SQM, que UDI, que SII; en fin todo un proceso legal que vuelve a los ciudadanos a reaccionar de su tedio, que los saca de su rol de clientes-consumidores y los vuelca a la arena política.  El modelo hace agua ya hace años, pero solo hoy nos atrevemos a decirlo en voz alta.
Es por ello que Chile debe transitar hacia un nuevo Pacto Social, son los ciudadanos los llamados a ponernos de acuerdo de cómo queremos que el país se desarrolle.  Es el ejercicio de discutir cómo debe ser nuestro futuro como sociedad, ya que el presente sigue siendo un producto gris  de la larga sombra de la dictadura, es el trago amargo que se nos repite de tanto en tanto.



Construir un nuevo pacto implica responsabilidad y participación.  Cuestiones que están al debe en las prácticas ciudadanas actuales.  Si bien, la utilización de marchas y mitines políticos en la actualidad nos ha despertado de la siesta provinciana, estas parecen más llevadas por un espíritu reactivo que reformista. Algunos lo han entendido muy bien y se comienzan a organizar para derribar la Constitución del 80, de características ilegitimas en lo fundacional y legitimada lamentablemente por la exconcertación.
Y es que del Pacto que hablamos, en un sentido de contrato rousseauniano, es lo esencial para el desarrollo republicano.  No hay democracia sin participación, y si los políticos no quieren entender eso la crisis se ira haciendo cada vez más profunda.  La soberanía popular es piso para construir sociedad y Estado, sin embargo en Chile siempre han existido argumentos restrictivos para limitar la participación social y política de sus ciudadanos, desde el “Peso de la noche” portaliano, hasta la “democracia de los acuerdos” de la vieja concertación.

El momento de hoy, en crisis y desconfianza es el momento proposición para recomenzar, refundar los pactos sociales que nos lleven un país igualitario, libre y fraternos en este siglo XXI.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario